Asegura quien fuese el alto consejero para las comunicaciones del presidente Juan Manuel Santos que, una de las claves de la comunicación política efectiva es simplificar cómo se le cuentan las cosas a la gente (J. Muñoz, comunicación personal, junio 2020). Lograr articular una historia con un mensaje, que a su vez se integre a una estrategia de marketing electoral y/o gubernamental, que despierte la emocionalidad del electorado, utilizando como principal medio la imagen de un político y, que llegue a la sociedad a través de los medios de comunicación y las redes sociales es, en definitiva, crear una estrategia de comunicación política.
Sin embargo, para que esta sea efectiva, debe tener el componente de la sencillez o simplificación. Álvaro Uribe Vélez y el movimiento político y social que se creó alrededor de su figura, es sin duda alguna, el mayor exponente de esta teoría. Es por eso que logró, a partir de las estrategias de Comunicación Política que diseñó, dominar la arena política y electoral de Colombia en lo que va corrido del siglo XXI. Posicionó su discurso de que la guerrilla de las FARC –Ep eran el más feroz de los enemigos y que ésta era la única y más grande preocupación sobre la cual el Estado –y por ende los Gobiernos de turno-debían luchar y, a medida que la evolución, tanto de la comunicación política como de la historia propia de Colombia, fueron avanzando, el uribismo siempre logró encontrar la manera de posicionar este relato, consiguiendo así que en sus momentos más estelares, la extinta guerrilla siempre fungiera como el actor principal.
No obstante, y cómo si hubiese adivinado el futuro, ante la inminente desaparición de la guerrilla como grupo armado, el uribismo tuvo la capacidad de ir más allá e inventar el popular concepto de Castrochavismo, con el cual, complementó una estrategia de comunicación política que estuvo a punto de quedar obsoleta ante la desaparición de las FARC –Ep y que mantuvo –y mantiene-a Colombia atada al pasado.
Lo que olvidó calcular o prever –Uribe y su movimiento-es que, en medio de aquella estrategia que les sirvió para monopolizar el poder político, los colombianos, con ayuda de la mediatización de la política y de la irrupción de las redes sociales, empezaron a despertar y a hacer parte de la agenda política y pública de Colombia; pues, ante la consolidación del concepto de la sociedad red que se siente capaz de influir activamente en el porvenir del país, no bastaba con censurar a medios de comunicación disonantes, como ocurrió con la Revista Cambio en el año 2010.
Por eso, es correcto afirmar que las estrategias de comunicación política empleadas por el uribismo a lo largo de estas casi dos décadas, pero especialmente las utilizadas tanto en el Plebiscito por la Paz, como en las elecciones presidenciales del 2018, fueron la puerta de entrada a su fracaso una vez lograron volver al poder con Iván Duque. ¿Por qué? Para el Plebiscito y después de haber tenido que sufrir la traición de Juan Manuel Santos y la única –y estrecha-derrota electoral de su reinado en las elecciones presidenciales del 2014, el uribismo tomó la decisión de crear una estrategia de Comunicación Política fundamentada en la creación de un imaginario alrededor de tres ejes fundamentales con el único fin de alcanzar su preciado objetivo de generar la indignación necesaria para que los colombianos dijeran “NO” a la paz: la impunidad que traería el Acuerdo de Paz, los beneficios a los cuales los guerrilleros tendrían acceso y la posibilidad de que el modelo político, económico y social que las FARC –Ep siempre promovieron y, que se veía reflejado en Venezuela, se tomara Colombia.
El gerente de la campaña por el “NO” al Plebiscito por la Paz lo supo explicar mejor que nadie. ¿A quién se lo dijeron? A una sociedad que antes de tomar decisiones racionalmente, eligió los atajos emocionales para tomar una decisión y a una sociedad que sabiamente supieron segmentar e identificar: “En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos. En la Costa individualizamos el mensaje de que nos íbamos a convertir en Venezuela” (Asuntos Legales, 2016).
Y a medida que la campaña del “NO” se tomaba las emisoras en los días previos a la votación del plebiscito, Uribe por medio de su cuenta personal de Twitter amplificaba los mensajes para que tuvieran un alcance nacional. ¿Quiénes lo dijeron? Además de contar con las figuras visibles del uribismo como Fernando Londoño Hoyos, Alejandro Ordoñez y Andrés Pastrana, que tenían el liderazgo del expresidente Uribe Velez, activaron “toda la estructura del Centro Democrático en las regiones repartiendo volantes en las ciudades” (Asuntos Legales, 2016). ¿Dónde lo dijeron? Descubrieron “el poder viral de las redes sociales” (Asuntos Legales, 2016) y el alcance que podrían obtener con ellas: en Colombia, existen más de treinta millones de personas que son activas tanto en internet como en las redes (capitulo 2) y aquel escenario no fue desaprovechado por ellos. No necesitaron de los grandes de comunicación y del antiguo ecosistema mediático del que Uribe durante su presidencia sacó tanto redito. Ahora, con las redes sociales, tenían la herramienta que supieron aprovechar para que sus mensajes y contenidos tuvieran un alcance nacional.
En manos de Colombia está, entonces, la decisión que marcará su destino: el rumbo que tomó el país por las estrategias del uribismo puede ser corregido siempre y cuando se recuerde lo olvidado: una historia de más de ocho millones de víctimas no puede repetirse. Y por más que Uribe desde su cuenta personal de Twitter, y con miras a las elecciones del 2022 ya este preparando su estrategia asociada a que va a llegar a Colombia el “neo comunismo”(Uribe, 2020)por medio de una “agitación pre chavista”(Uribe, 2020), los colombianos tendrán la última palabra. ¿Volverán a caer en la trampa? Solo el tiempo traerá la respuesta. Por ahora, lo único claro es que Colombia debe, puede y por sobre todas las cosas se merece, volver al futuro.