La labor del periodista es difícil. Es muy complicado trasladar información de vital importancia al resto de la sociedad. Hay que tener muy claro el qué se debe contar, cómo se debe contar y cuándo se debe contar. Es una obligación social que el periodista debe asumir. Esta responsabilidad social es uno de los pilares de la labor periodística. Esta responsabilidad debe ser extrapolable tanto a la prensa convencional, como a la denominada comunicación gubernamental.
Muchos grupos terroristas han tratado de aprovechar esa obligación para sus fines. De esta forma, muchos grupos han utilizado a estos medios como altavoz propagandístico. El hecho de que los medios se hicieran eco de los actos cometidos por estas bandas suponía para ellos una forma muy efectiva de dar a conocer al mundo su causa. De hecho, hay sociólogos que opinan que el terrorismo está ligado directamente a los medios de comunicación de masas, que el propio sentido del terrorismo, trasladar un mensaje de terror, sólo cobró sentido con medios masivos que pudiesen hacer llegar este mensaje al conjunto de la opinión pública.
Es por ello por lo que se hace muy necesario un código deontológico específico que detalle de qué forma debe tratarse la información de estos hechos.
En España, lamentablemente, la relación de la prensa con estos grupos terroristas es muy dilatada. La prensa española es un buen ejemplo de unión con respecto a los actos de la banda terrorista ETA. Todos los diarios seguían, en mayor o menor medida, una metodología común a la hora de tratar estos sucesos. El periodismo esvital a la hora de hacer frente a una problemática tan grande como puede ser el terrorismo. Los periodistas que hicieron frente a esta banda criminal fueron una pieza más dentro del enclave de la época en la lucha contra ETA. Tanto es así, que muchos de estos periodistas tales como José Luis López de Lacalle (1938-2000) o José María Portell (1933-1978) fueron asesinados a manos de esta banda criminal, tan solo por cumplir con su trabajo. Pero es que su labor fue vital en la lucha contra ETA lo que demuestra que el periodismo debe ser primordial en cualquier estado democrático. El periodismo debe ser el canal por el cual la sociedad aprenda de una manera racional los conflictos que desencadena el terrorismo. Para ello, el tratamiento de esta información deberealizarse desde un periodismo ético, que tenga clara que su labor además de informar es formar a esos lectores.
Esta misma condición también es extrapolable a la comunicación gubernamental. Esta debe ser ética con la ciudadanía. Debe ser una herramienta a servicio de la sociedad que vela. Debe ser el garante de la honestidad de los órganos institucionales, y una extensión de su compromiso político con la sociedad.
El objetivo principal de esta investigación es tratar de entender la evolución que ha sufrido el periodismo español en lo que a tratamiento informativo de atentados se refiere.
Objetivos secundarios
1.Observar si las nuevas tecnologías han transformado la comunicación de estos actos
2.Observarsila respuesta comunicativa institucional hacia estos actosha sido apropiada
3.Observar si ha mejorado el tratamiento informativo con respecto a los terroristas
Como conclusión de este trabajo, he de señalar que el periodismo actual se está viendo fuertemente condicionado por el desarrollo de las nuevas tecnologías. Si bien este puede ser una gran herramienta para el periodista, también está corrompiendo parte de este periodismo ético que debe hacerse cargo del periodismo.
También observamos cambios en el formato de estos medios. Podemos observar cómo los formatos de estos diarios han evolucionado a la par conforme a su portada, ya que los tres han pasado de presentar una noticia en ella a dejar que las imágenes de los acontecimientos ocupen gran parte de ella (sino su entera totalidad). Esto, hace una clara referencia a la dirección hacia la que avanza el periodismo actual, que se acoge más al dicho popular de “una imagen vale más que mil palabras”. El hecho de que se hayan desarrollado las herramientas para crear portadas de mayor impacto visual ha hecho que los editores opten por este formato. Este también es una estrategia para atraer lectores, quienes pueden interesarse por el periódico por tener una portada llamativa.
También, cabe señalar que, aunque con algunos fallos puntuales, existe una predominancia absoluta del denominado tratamiento selectivo de calidad. En ambas épocas, los periodistas han tratado de explicar a la ciudadanía los fenómenos, causas y motivaciones que desencadenan el terrorismo, y las consecuencias que este puede acarrear.
Pero este tratamiento selectivo de calidad si que tiene un fallo que se repite en ambas épocas. El error que se reitera es el de asimilar la terminología terrorista. Tanto en las noticias referentes al atentado de 1987, como al de 2017, los periodistas incluyen en sus piezas terminología tal como comando relámpago, yihadismo, Estado islámico o soldado.
Otro error muy llamativo que se repite en ambas épocas es el tratamiento con las víctimas de los atentados y con las imágenes que muestran una crueldad extrema. En los tres diarios son recurrentes fotos de los cadáveres resultantes del acto terrorista. Esto, atenta de manera directa con el derecho a la intimidad de las víctimas. Además, en la época actual, tal y como señala Rosario Gómez en su columna Cómo dirigir un frenético tráfico informativo (que se encuentra dentro de este análisis)este derecho a la intimidad de las víctimas se ha visto afectado también por la aparición de las redes sociales. Y es que, algunos testigos de los atentados de Barcelona no dudaron en filmar a través de sus teléfonos móviles y grabar el resultado de esta catastrófica acción. Estos videos e imágenes rápidamente se propagaron a través de las plataformas digitales, haciéndose virales.
Si bien El País y ABC posicionan ambos actos terroristas en su sección de “Nacional”, en La Vanguardia no es así. Mientras que el atentado de ETA sí lo sitúa dentro de “Nacional”, el atentado producido lo coloca en la sección de “Política”. Esto, dota a los terroristas la legitimidad que andas buscando, porque les estas dotando de la categoría de organización política. Tal y como hemos estudiado en el marco teórico, en ningún caso se debe tratar a estas organizaciones como un acto político ya que este siempre debe prescindir de vías violentas para dar a conocer sus fines. Otro error común de esta época que se ha podido observar en este análisis es el de mostrar imágenes de sospechosos. Y es que, en este apartado, las redes sociales ocupan de nuevo un lugar esencial. Y es que los medios consiguen estas imágenes a través de estas. Cabe recordad que el hecho de mostrar imágenes de sospechosos puede producir un efecto contrario al presuntamente contrariamente voluntario a la intención del periodista. Y es que, tal y como informamos en el marco teórico, puede causar un efecto de “glorificación póstuma”, desarrollando así el lado humano de los terroristas.
El hecho de que desde los medios de comunicación se dicte a los gobiernos guías políticas de cómo se debe atender este tipo de actos esta presente en ambas épocas. Además, ocurre un curioso fenómeno. EN el atentado de 1987 de ETA, cuando el presidente del gobierno era Felipe González, ABC mostraba una mayor predisposición en dictar lo que, a su juicio, el gobierno del PSOE debía hacer en esa situación. Sin embargo, en el atentado de 2017, es El País quien más presenta estas guías dirigidas al gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy.
Otras de las diferencias entre ambas épocas tienen más que ver con el tipo de atentado producido. Este factor es de considerar como entidad política a la organización responsable de estos actos. Asimismo, se puede observar que en la primera etapa (cuando hablamos de ETA), en todos los diarios se niega de manera categórica que se trate de un ente político. Sin embargo, cuando se trata del DAESH, los medios se abren abiertamente a hablar de la misma como una organización política-militar. En los tres medios se le llega a catalogar incluso como “Estado Islámico”.
Conforme al recogimiento de declaraciones de estos grupos terroristas, cabe resaltar que en este análisis solo se ha encontrado declaraciones previas al atentado. En el caso de ETA, solo una noticia ha hecho referencia a un comunicado previo de la banda terrorista. En el caso de DAESH, de nuevo las redes sociales ocupan un lugar importante en este apartado. Y es que, pudieron comprobar a través de sus redes sociales que, los sospechosos del atentado realizaban proclamas y manifestaban sus intenciones. Un acierto que se ha mantenido a lo largo de los años es el de no desarrollar en demasía el lado humano de estos terroristas. Solo podemos encontrar un ejemplo en La Vanguardia con respecto a uno de los sospechosos, quienes en una pequeña pieza explicaban la vida del joven en su ciudad natal, Ripoll. En cuanto a los titulares sensacionalistas, tras el análisis realizado se puede esclarecer que su numero no es muy elevado en ambas épocas. Además, estos suelen pertenecer más a editoriales, más que a noticias. Algo que ha cambiado de manera muy significativa para bien a lo largo de estos años es la identidad de las víctimas.
Si bien en el atentado de 1987 se daban todos los datos de los fallecidos en el atentado, en el ataque de 2017 apenas se hace referencia a la identidad de las víctimas. En cuanto a si las noticias están escritas por agencias o por periodistas, se ha podido comprobar que en ambas épocas la presencia de piezas escritas desde agencias periodísticas es muy pequeña en comparación a las escritas por periodistas. Como conclusión creo que es necesaria una reflexión sobre un factor diferencial del tratamiento de estas noticias en la evolución de ambas épocas. Este es, como ya antes he citado, la integración de las redes sociales en las rutinas periodísticas. Estas, han cambiado de manera significativa la manera en la que el periodista elabora su pieza. El informador, actualmente, cuenta con unas herramientas que antes no disponía. A la hora de elaborar su pieza, puede consultar las redes sociales de los sospechosos, de sus allegados… Pero esto también puede ser un punto en contra.
El hecho de mostrar imágenes de los sospechosos, por ejemplo, puede crear un efecto de “glorificación postuma”. Un ejemplo perfecto para explicar este fenómeno es con Miguel Carcaño. El hecho de que desde los medios de comunicación se expusiera sus fotos sacadas de la red social Tuenti, hizo que un aluvión de personas empatizase con él y le mostraran su apoyo. Es un ejemplo de cómo no se debe desarrollar el lado humano de los terroristas. Pues un ejemplo parecido puede ocurrir cuando se cometen los errores de mostrar imágenes de Driss Oukabiro Moussa Oukabirpor los atentados de Barcelona de 2017. Además, y esto reflexión ya se encuentra fuera de mi investigación, el periodismo debe alzarse como garante contra la desinformación que desde estas plataformas se ofrece. Cada vez más, los medios de comunicación son cuestionados debido a que esto usuarios se dejan llevar por esta desinformación. El periodismo debe asumir la labor de crear lectores críticos, que sepan diferenciar de una información veraz y contrastada, de una que no. Con respecto a la comunicación política, también hemos podido observar que la introducción de nuevas tecnologías es un factor determinante.
El hecho de que las administraciones puedan obtener nuevas herramientas con las que llegar de manera más inmediata a la ciudadanía (tales como redes sociales, plataformas de vídeo…), hace que las estrategias convencionales no sean tan inmediatas. Sin embargo, podemos observar ciertas similitudes en patrones tales como acudir al lugar donde han sucedido los actos, y realizar la fórmula Comunicado + rueda de prensa. El hecho de ver in situ a los representantes de las diferentes administraciones, sigue siendo a día de hoy, una de las estrategias de comunicación más efectivas dentro de la comunicación política, consiguiendo reforzar la imagen del político en cuestión a ojos de la ciudadanía.