Piense por un instante en ese verbo. Aplique sobre tal pensamiento toda connotación que le venga a la mente. Céntrese en él, visualícelo desde cualquier perspectiva posible o evoque alguna de sus incontables dimensiones, y, estoy seguro, le resultará fascinante la extensión conceptual que un simple vocablo puede concentrar en sólo nueve letras.
¿Por qué? Porque comunicar tal vez sea una de las acciones más poderosas que puede hacer el ser humano, si no la que más. Con semejante valor, el acto ha desarrollado a lo largo de la historia una polisemia tan fuerte fruto de su carácter inherente a la simple y llana existencia como entes, en plural. De forma constante, en cualquier momento y lugar, siendo conscientes o inconscientes, comunicamos. Fascinante. Ni siquiera el silencio o la inmovilidad fisiológica detienen nuestra comunicación. Comunicar es algo tan intenso como respirar. De hecho, “la comunicación humana no es sino la manifestación de los sentidos humanos como formas de relación de cada individuo con su entorno social y natural” (Saperas, 2013: 50), pues “la comunicación aparece en el instante mismo en que la estructura social comienza a configurarse […], donde no hay comunicación no puede formarse ninguna estructura social” (Pasquali, 2000: 43). Fíjese en estas líneas, las cuales están siendo, al ser leídas, parte de un proceso, cómo no, comunicativo.
Ahora vaya un paso más allá. Piense en la política. Del griego, πόλις “polis”, ciudad. El diccionario dice que política es un arte, una doctrina, una actividad, un conjunto de actividades en definitiva en torno al gobierno de las sociedades, las tomas de decisiones en grupo o las relaciones de poder entre individuos. Más allá de definiciones, todos tenemos en la cabeza una idea de la política. Y seguro que es enorme. ¿Por qué? Porque la política, aunque no es tan intrínseca a la condición humana como la comunicación, queramos o no, impregna todos los aspectos de nuestras vidas de modo directo o indirecto. (…)
Objetivo general
El camino de Adolfo Suárez está empedrado de escritos. Contenidos mentales transmutados en palabras, que plasmadas en un papel, fueron dispuestas para leer o escuchar, que no oír.
Todos, o casi todos, son de tipo político, y por ello, fueron concebidos con un evidente sello pragmático, al pretender no solo mostrar, sino convencer a sus lectores u oyentes. Lo que en este trabajo que tiene en sus manos será objeto de análisis es una selección de las composiciones verbales en formato escrito declamadas por Suárez entre los años 1976 y 1981. O lo que es lo mismo, las obras textuales cardinales, en general discursos a la nación, que caracterizaron su influjo oficial y público en dicho espacio temporal. Con el fin último de concluir, en esta visión desde la figura del mensaje –en íntima relación con la actividad del emisor–, las características que hicieron de estos productos comunicativos eficaces (si se atiende al cumplimiento de los fines con que fueron concebidas). Es decir, buenos discursos.
Objetivos secundarios
• Buscaré probar que las composiciones escritas de Suárez respetan los principios inherentes al texto, demostrar las propiedades textuales y lingüísticas básicas a la hora de favorecer el fin con que cada discurso fue concebido. Dicho de otro modo, trataré de contrastar la efectividad y eficacia de las composiciones escritas del líder abulense en base a los cimientos de la concepción “morfolingüística”. O determinar si, por el contrario y según lo extraído, ello no ocurre.
• Trataré de determinar la efectividad y la eficacia retórica de los propios discursos. Es decir, hallar en primer lugar (si es que los hay) los más determinantes recursos retóricos empleados y, en segundo lugar, comprobar el funcionamiento de los mismos.
Para así determinar cómo su carácter y orientación podrían actuar sobre la esencia del texto. De ahí que la hipótesis de la cual partiremos sea que el auxilio de las herramientas sociolingüísticas ha influido en los discursos de Suárez, enriqueciendo en gran medida su fin pragmático.
Comunicar… es un acto innato a la condición humana. Comunicar… implica, de por sí, una transmisión efectiva de un mensaje entre emisor y receptor en un proceso que debe completarse de modo efectivo, sin interferencias. Luego los discursos de Suárez no son más que comunicaciones públicas, transmisiones de un mensaje verbal con el fin de convencer –como toda composición textual política– desde una figura como el Presidente del Gobierno hacia la sociedad española del momento. Cada uno de ellos tiene un enfoque, un diseño o una estructura conceptual distinta, si bien todos coinciden en algo: el pragmatismo retórico y el respeto de las normas formales del texto en tanto al carácter persuasivo de estos.
De ahí que pueda asegurarse que estas dos claves fundamentales existen en la totalidad de los textos analizados. Y que, como producto comunicativo, la obra discursiva de Suárez se ha servido de herramientas textuales y retóricas para el alcance del principio superior de la comunicación: la transmisión de un mensaje de forma eficaz y con capacidad de influencia sobre el oyente.