Este Trabajo de Fin de Máster realizado por Vladimir López Moreno (Máster en Comunicación Política y Empresarial – Promoción 2018/2019), tuvo como objeto de análisis el fenómeno de la migración en el Mediterráneo, el discurso político de los principales líderes y la correlación con el fenómeno de la islamofobia. El trabajo va a estar realizado desde un marco regional-internacional de la Unión Europea y el contexto socio-político de España. La comunidad internacional tiene dos objetivos principales: garantizar la paz y la seguridad en el mundo.
Desde la II Guerra Mundial, las instituciones y actores internacionales han redefinido sus modelos, con el objetivo de alcanzar una sociedad libre, plural, e igualitaria. Esta estructura promueve los Derechos Humanos y los valores democráticos: la tolerancia, el diálogo y el respeto al otro. Sin embargo, encontramos una corriente de pensamiento dominante, a la que llamamos Occidente. Esta corriente ha jerarquizado el mundo, en términos de: civilizados - bárbaros, aliados – enemigos, buenos – malos. Esta forma de clasificar al otro genera una desigualdad, que contradice los valores anteriormente expuestos. En la actualidad se percibe esta diferencia de forma sutil en el ámbito: político, social y cultural. A pesar de los compromisos adquiridos por los Estados y las modificaciones jurídicas los datos muestran, que los delitos de odio han aumentado.
La política de la Unión Europea (UE) dio un giro tras el comienzo de la crisis económica y financiera, que ha favorecido al auge de los partidos nacionalistas y extrema derecho en los Estados miembros. Han centrado su discurso y mensaje político en el euroescepticismo siendo el eje del debate: supresión de la zona Schengen, una política migratoria más dura, el rechazo a los migrantes regulares/irregulares y los derechos del colectivo Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (LGBTI). La Política Migratoria ha sido un tema relevante y de especial interés en los últimos veinte años, pero tras la Primavera Árabe y la Guerra de Siria comenzadas en 2011 los flujos migratorios han incrementado y han saturado la rutas sureste y suroeste de la UE.
La crisis migratoria plantea un doble desafío para la Unión Europea: 1). Tiene la obligación legal y moral de atender a las personas por sus compromisos con los derechos humanos, pero además los Estados miembros de la Unión deben examinar las solicitudes de asilo, para aceptarlas o denegarlas. 2). La UE no puede atender a todas las peticiones de asilo y por tanto está trabajando en los países de tránsito y de origen de los migrantes.
Esta situación ha obligado a la Unión Europea: a reforzar las fronteras en el este del continente, desarrollar una política restrictiva de migración, un plan de emergencia puesto en marcha por el Consejo Europeo en 2015 y el acuerdo UE-Turquía 2016. El reforzamiento de estas zonas provocó el desarrollo de rutas alternativas para llegar a la Unión, como por ejemplo la de Libia. Estas nuevas vías han saturado al Mediterráneo Occidental y en especial a Italia y España, que reclaman a la UE un mayor refuerzo en las fronteras terrestres y marítimas y solicitan más fondos económicos.
Los momentos más críticos en la cuestión migratoria se vivieron en los años 2015 y 2016 cuando la UE recibió más de un millón de peticiones de asilo. Desde 2016 las cifras han disminuido de forma progresiva, sin embargo los discursos populistas, racistas, xenófobos y anti-inmigración están tomando fuerza en las sociedades de los Estados miembros. Estas ideologías argumentan que la llegada de migrantes a la UE tiene un impacto negativo en nuestras economías, porque deben repartirse los recursos y empleo de los europeos con ellos y esto genera un desequilibrio en nuestras sociedades.