Ciudadanos afrontaba la repetición electoral afirmando que sus escaños estarían a disposición de otros partidos para poner “España en marcha”19–lema de la campaña electoral del 10 de noviembre-y evitar así el bloqueo político que había tenido como consecuencia la convocatoria de nuevas elecciones generales en solo seis meses, tras una legislatura fallida –la segunda en la historia democrática de España, después de la XI Legislatura de España de 2016-, que finalizó con una nueva convocatoria de elecciones y la consiguiente victoria popular de Mariano Rajoy.
Las encuestas electorales previas mostraban un grave retroceso electoral de Ciudadanos con respecto a abril, pronosticando una caída de casi el 50% de su techo electoral-más de siete puntos sobre el 15,86% del 28 de abril-, encarando la última semana de campaña con una media estimada por debajo del 9% de los votos y que seguía una clara tendencia descendente, pronosticando hasta 40 escaños menos, es decir, una reducción del 74% en el número de diputados con respecto a las elecciones previas -barajando los últimos sondeos una horquilla que oscilaba entre 17-14 escaños-.
En unas elecciones donde se mantuvieron prácticamente sin cambios el número de votos por cada bloque, izquierda y derecha, obteniendo 10,42 y 10,39 millones de votos, respectivamente, la volatilidad entre partidos solo podía apuntar a una dirección: intragrupos, es decir, entre los votantes del mismo bloque ideológico. Con un electorado menos fiel que sus competidores del bloque derecha, Ciudadanos apenas retuvo al 32% de quienes le apoyaron el 28 de abril, 1,3 millones de sufragios de los más de 4,1 millones recogidos meses antes, la misma cantidad que habría ido hacia el Partido Popular ya Vox.(Garrido, Hugo., 2019).
Ciudadanos logró en las elecciones del 28 de abril el voto de buena parte de los electores de centro-derecha que tradicionalmente pertenecían al PP, de hecho Albert Rivera consiguió ser el ganador del debate electoral celebrado durante la campaña electoral de abril para un 22,3%de los votantes populares e incluso obtenía un 5,6 de valoración y un 11,6%de simpatía entre los electores del PP.
Pero su incoherencia discursiva y su tibieza a la hora de mantenerse firme en su negativa a llegar a cualquier tipo de entendimiento con el PSOE como había prometido durante la campaña electoral de las generales de abril y que había sido clave para competir con los populares por el voto de centro-derecha, se vino abajo cuando a última hora Ciudadanos levantó el vetos el 10 de noviembre la derecha no sumaba para gobernar, unos días antes de que Pedro Sánchez decidiese convocar nuevas elecciones, dada la imposibilidad de alcanzar algún tipo de acuerdo de gobierno o investidura con el resto de formaciones políticas.
De esta forma, la confianza del electorado conservador se derrumbó y explica como muchos de los votantes que habían optado por la formación de Ciudadanos el 28 de abril la abandonaron en la repetición electoral de noviembre, para irse a otras formaciones políticas del mismo bloque derecha, que conecta con el alto porcentaje de votos que se estima que perdió a favor de Vox y el PP, especialmente, como se desprende de la tabla sobre el transvase de votos de la formación naranja.
Esta explicación se apoya también en el hecho de que el elector de Ciudadanos suele dudar entre votar por Ciudadanos y el PP(42,3% en abril y 42,4% en noviembre) y por Vox (18,6% en abril y 13,1% en noviembre), validándose la primera hipótesis del trabajo. Respecto a la segunda hipótesis, la ya por si ardua tarea de Ciudadanos por mantener el equilibrio ideológico que permitiese retener al electorado prestado de derechas y continuar con su visión de partido centrista se vino al traste, ya que la negativa a sentarse con Vox para llegar a acuerdos de investidura, y más sabiendo que su líder Santiago Abascal se situaba como el tercero mejor valorado por los votantes de la formación naranja y que para el 13,3%de sus votantes le daban como ganador del debate electoral de la campaña electoral de noviembre, hicieron que muchos de sus electores no revalidasen su voto por Ciudadanos en la repetición electoral.
Así pues, la autoubicación ideológica de la formación naranja, que según el análisis de la presente investigación pasaba del 7 en la escala 1izquierda-10 derecha para las elecciones del 28 de abril a un 6,7 después del 10 de noviembre, demuestra la pérdida de esos votantes por parte de Ciudadanos. En este sentido, la tensión máxima vivida después de los disturbios de Barcelona provocó que Vox, una formación con una línea discursiva más dura que la de Ciudadanos en cuestiones territoriales y de unidad de España, compitiese de tú a tú por arrebatarle los votos de los electorales del centro-derecha y derecha que poseía la formación naranja, teniendo en cuenta que el conflicto territorial y la cuestión catalana son factores clave en la expansión a nivel nacional de Ciudadanos.
A esto hay que añadirle la exhumación de Franco, un tema que dividía profundamente a la sociedad española entre el bloque de derecha que rechazaba la exhumación y el bloque de izquierdas que apostaba por ella. En esta tesitura se encontraba Ciudadanos, un partido muy débil ideológicamente con respecto a esta cuestión, ya que se había posicionado a favor de su salida y que siguió apoyándola hasta su definitiva exhumación pero con matices, debido a su proximidad con el inicio de la carrera electoral, pues se realizó el 24 de octubre de 2019y sabiendo del rechazo que generaba entre sus votantes más conservadores.