Esta investigación demuestra que la primera de las hipótesis planteadas al comienzo se cumple de manera generalizada. En primer lugar, el rastreo de noticias ha revelado que la gran mayoría de piezas periodísticas relacionadas con la Salud Mental no cumple con los estándares de calidad y veracidad planteados por las organizaciones que pretenden desestigmatizar a las personas que padecen trastornos mentales.
A día de hoy, muchas de las noticias que versan sobre un acontecimiento trágico en los que se ha visto involucrado una persona con trastorno mental, esquizofrenia principalmente, profundizan en este aspecto. A pesar de no contar en profundidad cuáles eran los condicionantes de este individuo con respecto a su patología, se menciona su condición como un hecho causal del propio siniestro cuando se ha demostrado que estas personas no tienen viven una mayor cantidad de episodios violentos a causa de su enfermedad.
En este sentido de la mala praxis periodística, se ha observado que, en la lucha por la acumulación de tráfico web y la inmediatez, los famosos con algún tipo de afección mental obtienen titulares sensacionalistas al respecto. En cuanto a estas noticias en concreto, hay que destacar que existen artículos en los cuáles se muestra un acercamiento sincero por parte de los periodistas a la hora de informar de las afecciones concretas y contextualizar sus causas. A modo de refutación parcial, es necesario indicar que también se publican noticias que sí reciben un tratamiento adecuado en base a las recomendaciones de los expertos, aquellos temas relacionados con la actualidad del momento y la Salud Mental suelen ser los mejores ejemplos.
Las necesidades informativas de la sociedad en un momento o circunstancia concreta hacen que los medios de comunicación mantengan un compromiso más firme a la hora de dar los detalles necesarios en cuanto los trastornos, por ello es habitual encontrar piezas extensas, bien documentadas y con el testimonio de algunos agentes implicados en la materia. Como aspecto a tener en cuenta, son los medios de comunicación públicos los que buscan informar de una forma más ajustada y veraz las circunstancias que rodean a la enfermedad mental. Se confirma la segunda de las hipótesis planteadas, en la que la falta de un contexto adecuado en la información provoca que la sociedad asimile una imagen errónea de los trastornos mentales.
Se ha observado que aquellas personas cuyos medios de comunicación de referencia los constituyen la televisión y las redes sociales son más tendentes a mantener determinados prejuicios con respecto a las enfermedades mentales. Aspectos como la consideración en cuanto a la gravedad de una afección varían sustancialmente cuando las personas se informan mediante estos medios. Al ser los medios de comunicación empleados por la mayoría a la hora de consumir información, el número de personas que se ven condicionadas por una falta de contexto informativo es mucho mayor. Por el contrario, tanto los expertos entrevistados como los encuestados consideran que la prensa escrita es uno de los medios en los que mejor información se puede encontrar a este respecto.
Vinculando la tercera hipótesis con el consumo de contenidos relacionados con las enfermedades mentales, llama la atención el escaso porcentaje de penetración que tiene la información emitida por los agentes implicados en la mejora de las condiciones de vida de los enfermos mentales. A pesar de esta falta de contacto directo con personas diagnosticadas con alguna patología mental o con profesionales vinculados a esta área, la población dispone de una opinión al respecto incluso sin conocerla de primera mano. En cambio, imágenes prefabricadas y basadas más en la leyenda negra que en hechos contrastados, como las que se pueden obtener del cine o la literatura, son las que la gente considera que tienen un mayor altavoz en la sociedad. Esto supone un grave peligro para la desestigmatización de estos colectivos ya que, en lugar de aproximar una imagen real y fidedigna de lo que es vivir con un trastorno mental, son los guiones creados para las taquillas de los cines los que moldean el imaginario sobre los enfermos.
Uno de los hechos más sorprendentes y positivos es la falta de ligazón por parte de la sociedad en cuanto a la información relacionada con la Salud Mental y las páginas de sucesos. En contra de lo expresado por los expertos y por varios artículos científicos, parece que el común de las personas cada vez asocia la información de Salud Mental con las informativas que le corresponden –infamación sanitaria y social -. Esto entra en conflicto con lo expresado anteriormente en cuanto los contenidos rastreados, porque pareciera que los medios de comunicación siguen empeñados en relacionar a los enfermos mentales con episodios de violencia a pesar de que su público se encuentra en las antípodas de este planteamiento.
A tenor de los resultados obtenidos tras la investigación, queda patente que la opinión pública está bastante concienciada de la precaria atención que reciben estos colectivos. Es un consenso generalizado en la sociedad y que repercute directamente en la visibilización de estas personas. A este respecto hay que mencionar que viene ligada a este hecho la queja de encontrar un tono paternalista en las por parte de las asociaciones de afectados.
Como se ha demostrado, la consideración que tiene la mayoría de las personas de los enfermos mentales condiciona de una manera muy importante cómo va a ser la vida de esa persona. ¿Cómo y con quién se va a relacionar?, ¿hasta donde va a poder progresar de forma individual?, ¿en qué momento podrá explicar cómo vive su dolencia?, etc. Son algunos de los interrogantes con los que tendrá que lidiar un enfermo mental en su día a día inevitablemente y la responsabilidad de los medios de comunicación al respecto es llevar a cabo una estrategia de normalización que mejore las condiciones de vida de todos los afectados. Parece que aún falta un largo camino por recorrer en cuanto a la desestigmatización efectiva de los enfermos mentales en los medios de comunicación, pero poco a poco se van dando pasos en la buena dirección para que esto sea posible en un futuro cercano. Solo falta que todos los implicados en el proceso informativo combinen las sinergias adecuadas para que cuando alguien oiga hablar de una enfermedad mental no caiga en prejuicios del todo rebatidos por la ciencia.