Ya he dedicado una entrada al libro Educación Emocional, de Claude Steiner (Editorial Jeder, Sevilla). Mejor dicho, a los siete primeros capítulos. Y ya anunciaba que me iba a ocupar nuevamente de esta obra, que puede convertirse en un descubrimiento para muchas personas.
Este libro responde a las que Berne consideraba las tres preguntas fundamentales de la existencia:
a) ¿Quién soy yo?
b) ¿Qué estoy haciendo aquí?
c) ¿Quiénes son los demás?
Steiner no las menciona, pero realmente el libro ayuda a responderlas.
Este libro supera a la mayoría de los libros de Autoayuda, porque se basa en el Análisis Transaccional, que es una escuela psicológica muy sólida y, pragmáticamente, muy eficaz, porque Berne quería curar a los clientes, y no sólo hacer progresos.
En mi entrada anterior, dedicaba unas líneas al Séptimo Capítulo, aunque afirmaba que era el capítulo que más satisfactorio. Por eso, considero que he de ampliar más mi comentario. Efectivamente, Eric Berne afirmaba, y probaba, que las personas participan en juegos porque desean evitar la responsabilidad y la intimidad. Sin embargo, a Berne no le dio tiempo a desarrollar una Teoría sobre la Intimidad, y cómo desarrollarla. Y podemos extraer una Teoría sobre la Responsabilidad analizando la Antítesis que él ofrecía para varios juegos.
Steiner sí desarrolla una Pragmática de la Responsabilidad en el citado capítulo 7.
Examina cuatro obstáculos para asumir la responsabilidad:
1) Admitir ante nosotros mismos que hemos cometido un error;
2) Admitir el error ante los demás;
3) Sentir y mostrar arrepentimiento;
4) Admitir que hay que hacer enmiendas.
Al leer este apartado del libro, inmediatamente surge la idea de comparar estos obstáculos con las reglas prácticas del catolicismo para confesarse. Oswald Spengler, en La Decadencia de Occidente, afirmaba que la confesión era el sacramento más activo.
Lo que aporta Steiner es muy valioso. Toma el concepto de disculpa y el triángulo de Karpman- Perseguidor, Víctima y Salvador (o Rescatador, como Steiner dice)- y los concreta en transacciones y operaciones muy concretas, que pueden iluminar muchas zonas de la realidad.
La Transacción Emocional nº 10 consiste en Disculparnos por nuestros Rescates; la nº 11, Disculparnos por una Persecución; la nº 12, Disculparnos por Interpretar el Papel de Víctima.
Steiner explica estas transacciones y pone ejemplos. A partir de ahí, podemos ir ampliando indefinidamente cada una de estas transacciones y, de esta manera, responder a las tres preguntas de Berne. Los periodistas y los internautas pueden encontrar aquí un auténtico filón, pues pueden descubrir los vacíos en los comportamientos de los personajes que aparecen en los medios de comunicación. Pueden ayudar a desenmascararlos. Incluso, los personajes desconocidos pueden desenmascarar a los periodistas, a los abogados, a los maltratadores, a los que excluyen a sectores enteros de la población, a los terroristas y a quienes los apoyan y a una larga lista de profesionales, funcionarios y contribuyentes.
El espectáculo que podemos observar a diario en programas de televisión, en juicios o que podemos llegar a conocer en empresas y centros de enseñanza es el de personas empeñadas en evadir sus responsabilidades. El Capítulo 7 de Steiner detalla cómo ayudar a que las personas sean responsables.
También Steiner demuestra una gran finura al identificar los requerimientos y errores de una disculpa, extraídas de sus muchas experiencias con clientes. La disculpa es una operación, como denomina Gustavo Bueno a esta figura dentro de Teoría de la Ciencia o Gnseología. Incluso, tampoco duda en ponerse a sí mismo como ejemplo de alguien que ha cometido errores.
– Para una disculpa completa se requieren ambas partes de la transacción (disculpa y respuesta).
Es decir, la disculpa no es unidireccional, sino transaccional. «Si cuando una persona hace daño a otra, aquélla se disculpa de manera automática y la otra persona acepta la disculpa rutinariamente y sin reflexionar, entonces la transacción no resulta sanadora y puede ser nociva.
– Para que sea efectiva, una disculpa tiene que describir la ofensa.
En este punto, Steiner identifica muy bien los requerimientos y errores de la operación disculpa. Para que funcione, la disculpa tiene que especificar un acto que la víctima percibió como dañina, aun cuando no hubiera intención de hacer daño. A veces, hay quien se disculpa por una acción que no era problemática, sin tener en cuenta la acción que sí lo fue.
– Además de describir el comportamiento ofensivo, la disculpa necesita incluir un reconocimiento de su magnitud.
Es decir, la operación de la disculpa exige unas condiciones que, en muchos momentos, pueden resultar duras.
Cumplir con las exigencias de la operación disculpa puede reportar muy grandes beneficios.
Voy a poner un ejemplo muy actual: Dentro de España, grandes sectores de la opinión pública están convencidos de que los terroristas de ETA y sus grupos de apoyo no presentan disculpas sinceras por sus crímenes. Sin embargo, no conozco a representantes de diversos partidos que se hayan sentado a pensar cómo ha de ser el arrepentimiento, la disculpa y el perdón. Con lo cual ya estamos en lo de siempre: Falta pensar. Y cuando falta el pensamiento, los políticos pueden acabar en cualquier parte. Identificar las exigencias de una operación puede llevar a una paz verdadera.
La disculpa puede traer también paz a las familias y reportar grandes beneficios económicos. Miles de familias se rompen por causa de las herencias. Si un negociador o un mediador pone de acuerdo a las familias, y en ese acuerdo resultan esenciales las disculpas auténticas, las familias reconciliadas pueden hacer que fructifiquen los bienes que llevaban años abandonados.
Continuaré, porque este libro da mucho de sí. Ah, y que no se me olvide: Es mucho más útil que el célebre libro Inteligencia Emocional, de Daniel Goleman.
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Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.