Estoy preparando una reseña del libro El fundamentalismo democrático, que Gustavo Bueno, el gran filósofo español acaba de publicar en Temas de Hoy (Grupo Planeta). Como en otras ocasiones, espero que aparezca esa reseña en más de quince periódicos.
Para demostrar que Gustavo Bueno se encuentra en plena forma a sus 85 años, sólo hay que comprobar que publica un libro de pensamiento, cada año, y que las editoriales continuamente le están pidiendo más y más.
No me ha sorprendido que, desde la atalaya de su pensamiento, se haya dado cuenta de los hechos más llamativos en nuestra sociedad. Para esta entrada en el Blog, he escogido el Titulo del Capítulo 13 de su libro (Páginas 251-273) y me voy a limitar a reproducir las páginas 251-253. Anuncio que, más adelante, y cuando disponga de más tiempo, voy a dedicar varias entradas a ese asunto.
Ante todo constatemos el hecho: que las remuneraciones, sueldos, complementos, salarios, primas, dietas… de los altos cargos políticos o funcionarios públicos (pero también de empresas privadas implicadas) de vez en cuando dados a la luz por la prensa o por otros medios de comunicación (internet principalmente, más que la radio o la televisión, seguramente porque las cifras agradecen el plano impreso -hojas de papel, pantallas- más que las ondas de radio o de televisión) suelen parecer escandalosas a una gran parte del público. De un público muy heterogéneo, ya sea de derechas, acostumbrados a considerar muchos cargos políticos (alcaldes, concejales, diputados) como «encargos honrosos» que se sirven sin retribución alguna, ya sean de izquierdas radicales que valoran los hechos desde la idea sin parámetros de la igualdad.
Por supuesto, el carácter escandaloso atribuido a estas remuneraciones es muy impreciso, acaso porque ellas no son delictivas. Es decir, porque los perceptores de estas remuneraciones escandalosas no aparecen como imputados en los tribunales de justicia.
Tampoco era delictiva (fue impulsada legalmente por un Gobierno) la constitución de sociedades de inversión de capital variable (SICAV) que solo tributan un 1 por ciento del capital (lo que suponía un freno para la fuga de capitales); pero la evolución del mercado ha corrompido esta institución creando un patrimonio de 27 mil millones de euros controlado por tres mil grandes fortunas, que tributan un 1 por ciento mientras los ahorros de dieciséis millones de españoles tributan al 18 por ciento.
«Escandaloso», sin embargo, es un término valorativo, axiológico, muy vago, y que a veces podría hacerse equivalente a otros adjetivos, también valorativos, como los de «remuneraciones excesivas» o «injustas», o adjetivos más neutros como «remuneraciones anómalas» o «sorprendentes» en una democracia. Y muy particularmente en una democracia en época de crisis económica profunda, con millones de ciudadanos en paro y cuya remuneración, si descontamos el PER o las ayudas de subsistencia, es cero.
Ahora bien, la mejor demostración de que la impresión de escándalo que producen estas remuneraciones de altos cargos, funcionarios públicos o afines no es el mero resultado de una apreciación subjetiva de algunos ciudadanos de a pie (derechas tradicionales, izquierdas radicales), sino que tiene algo de objetivo, es el hecho de que lo propios altos cargos se han apresurado, una vez reconocida la crisis económica mundial, a recomendar la conveniencia de congelar el proceso de incremento de las remuneraciones, e incluso de rebajarlas.
En España, el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, pidió el día 4 de septiembre de 2008 la «congelación del sueldo de los diputados con vistas al año siguiente, debido a la crisis económica» (ABC, 6 de septiembre de 2008). En Francia (según informa El Mundo, 25 de agosto de 2009), Sarkozy quiere acabar con los bonus de los banqueros: los bancos franceses recordaron a su ministra de Economía haber adoptado en febrero de 2009 un código de buena conducta sobre remuneraciones variables y subrayaron la necesidad de una coordinación internacional en la materia.
También se recuerda que la moderación de las remuneraciones estaba en la agenda del G-20 de Londres en abril de 2009.
Pero desde entonces nada se ha movido. Por su parte, el diario Público de 15 de agosto de 2009 informa (con motivo de la revelación de los ingresos de Stephen Schwarzman, consejero delegado del Fondo Blackstone, por valor de 702 millones de dólares) que remuneraciones como las de Schwarzman o Larry Elison (responsable ejecutivo del gigante informático Oracle, que percibió 391 millones, la mayoría en stock options), entre otros, «se desvelan en pleno afán regulativo de Estados Unidos para poner un límite a los escandalosos sueldos [subrayado nuestro] de los ejecutivos, sobre todo del mundo financiero, después de que sus empresas o entidades acumularan ingentes pérdidas». Y concluye Público (sin citar fuentes, y acaso reiterando la semejanza otras veces sugerida entre Obama y Zapatero) que «el Gobierno de Barack Obama aprobará los sistemas de retribución de las grandes empresas y bancos».
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Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.