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23 May 2014Después de haber expuesto las Estrategias y Destrezas de la Inteligencia ante el Laberinto, voy a abordar los Atributos, que completan este constructo tan fecundo en el terreno personal y en la comunicación empresarial y política.
La comunicación no verbal es importante en las organizaciones porque representa la expresión más honesta y menos censurada de la personalidad, eso lo tienen muy en cuenta desde el primer día que dan una clase especial de como hablar en público los alumnos del máster en comunicación corporativa. Alguien puede controlar las claves momentáneas que emite, las que cambian a cada instante, como las expresiones faciales o los movimientos de la cara. Sobre todo, si las ensaya para manipular las impresiones de los demás. Es más difícil y requiere más esfuerzo controlar las claves temporales, aquellas que cambian con el paso del tiempo pero tienen cierta persistente disposición espacial: forma de vestir un día concreto, estado de ánimo durante un determinado período. En fin, resulta mucho más difícil controlar las claves duraderas, como aquellas que permanecen durante bastante más tiempo: apariencia general de la persona, decorado, etc.
Sabemos también que, según Albert Scheflen, los responsables de las organizaciones controlan «por medio» de las claves no verbales cuando quieren desmentir lo que están proclamando en la banda verbal. Esto es importante porque hay que saber leer los acontecimientos por debajo de lo que aparecen.
Por eso, la persona con inteligencia ante las situaciones confusas, sabe captar las claves no verbales en las tres etapas: llegada, realización y marcha. A veces tendrá que confiar únicamente en este sentido de las claves, porque le será imposible alcanzar el significado de los acontecimientos si se limita a preguntar.
Ya me he ocupado de los valores a propósito de la Tercera Ley de Supervivencia: Preservar el autoconcepto que la persona ha escogido. Ahora añado que es relativamente fácil identificar los valores de las otras personas o de los grupos y organizaciones. Sobre todo, si sabemos traducir las expresiones que emplean, más que los valores que proclaman. A la hora de actuar, marchamos con mucha más seguridad sabiendo cuál es el valor que está rigiendo la vida de una persona. Evitamos los conflictos inútiles y ahorramos preguntas ineficaces, porque es muy corriente que la persona no sepa expresar de un modo coherente los valores que está activando en un momento determinado; o no quiere decirlo, porque está luchando entre dos valores contrapuestos. Captar los valores de los demás coloca la relación en un nivel muy alto, pues podemos llegar a predecir y explicar comportamientos, no solamente a describir. Además, la coincidencia en los valores establece una gran proximidad entre las personas.
La persona con inteligencia ante el laberinto tiene un sistema de valores que es defendible ante los diversos argumentos que pueden esgrimirse en su contra. Esta articulación interior puede sostenerle incluso en las condiciones más adversas.
2. Supongo que será por algo… tienen derecho…
3. ¿A hablar?, claro. Todos tenemos derecho a un buen juicio, es el sistema de este país. Pero le voy a decir una cosa. Se les debería dar una buena paliza, a esos chicos para poder evitar
todo esto. Nos ahorraría tiempo y dinero. (A LOS DEMÁS). ¿Bueno, qué? ¿Empezamos?
12. (AL 11.) ¿Qué impresión le ha causado el fiscal ?
11. ¿Cómo dice?
12. Yo le he encontrado genial. ¡Qué forma de abatir los triunfos, uno tras otro, en orden..!. Hace falta un verdadero talento para poder hacer eso. Me ha impresionado mucho.
8. Yo no pretendo que cambie de opinión. Quisiera que hablásemos simplemente de la vida de una persona. Creo que podemos dedicarle un poco más de cinco minutos. Imagínese que nos equivocamos.
9. Gracias. (AL 10.) Este señor (SEÑALA AL 8) se ha enfrentado a todos nosotros. Él no ha dicho que el muchacho fuera inocente. Sólo, que no estaba seguro. ¡Pues bien! Hace falta mucho valor, para afrontar, sólo, aunque sea por una buena causa, las burlas de los demás.
EL 10 LEVANTA LOS OJOS AL CIELO, SE LEVANTA Y DA LA ESPALDA AL 9. ÉSTE SE LEVANTA TAMBIÉN Y SUBE EL TONO.
Luego se ha puesto en nuestras manos, ha jugado limpio. He notado que necesitaba ayuda y se la he dado. Respeto sus motivos. El chico que estamos juzgando puede que sea culpable, pero me gustaría seguir discutiéndolo. Por eso lo he hecho. (CON FUERZA.) Ahora estamos diez a dos.
7. ¿Es usted vendedor?
8. (MIRÁNDOLE POR EL ESPEJO.) No, soy arquitecto.
7. ¿Sabe usted lo que es vender caramelos? (EL 8, QUE SE ESTÁ LAVANDO LA CARA, LE MIRA POR EL ESPEJO.) Usted no es malo, se lo digo yo. Pero yo tengo otra técnica. Yo gasto bromas, bebo, doy palmadas en la espalda… el año pasado gané 27.000 dólares, vendiendo caramelos. No está mal, ¿ eh? En serio, amigo, ¿para qué todo este lío? ¿Qué quiere usted?
8. Nada.
7. Todos los que tienen buen corazón son iguales. Pero no son capaces de llegar hasta el final, sólo se atreven a prestar su pañuelo para que se sequen las lágrimas. ¿Para qué pierde su tiempo, y el nuestro, en esto? Mande usted cinco dólares para una buena obra y no se hable más. (EL 8 LEVANTA LA CARA, EL 7 LE OBSERVA. EL 7 SE LE QUEDA MIRANDO.) Escuche amigo, el chico es culpable. Está tan claro como que es de día. Vamos a casa antes de que nos quedemos todos roncos.
EL 8 SE VUELVE HACIA EL 7 QUE LE DA UNA TOALLA Y ESPERA. EL 8 SE SECA LAS MANOS Y LA CARA MIENTRAS OBSERVA AL 7.
8. Se puede quedar ronco lo mismo aquí que en el base‑ball.
La inteligencia ante el laberinto distingue si el oponente es un adversario en el plano de las ideas o un enemigo personal. Esta distinción resulta vital. Por eso, procura no dar un paso del primer nivel al segundo. Por eso también, no acorrala a las personas, sino que deja siempre una salida. Sabe que una persona cercada puede tener reacciones imprevisibles y mostrar un comportamiento parecido a la acción de un muelle, que se dispara con tanta más fuerza cuanto más se le aprieta.
La inteligencia funcional distingue si el oponente es un oponente en el plano de las ideas o un oponente personal. Esta distinción es vital. Es peligroso utilizar verbos negativos entre personalidades, puesto que esto obliga a una de las personas a salvar la cara. Es mejor exponer las ideas que uno tiene y dejar que el oyente se dé cuenta de que no coinciden en la idea. Hay que evitar «personalizar» las diferencias y no poner en la misma categoría a los oponentes en las ideas y los oponentes personales.
Insiste E. E. Jennings en que un error fatal es suponer que el individuo no tiene oponentes. Todos tenemos oponentes. Los defensores de la persuasión «positiva» sostienen que es más seguro suponer que tenemos más amigos que oponentes. Pero los estudiosos de la conducta humana piensan que es mejor estar superpreparado que infrapreparado. Otra posición asegura que nunca es seguro suponer que uno tiene amigos. Pero esta afirmación es demasiado categórica. En algunas causas el individuo puede estar solo, pero no en todas. La vida sería insoportable. Una concepción más realista afirma que es más seguro suponer que se tienen más enemigos que amigos.
Nuestro ambiente contiene a ciertas personas que muestran buena actitud hacia nosotros, pero que no son conscientes de nuestras necesidades particulares en momentos concretos. Éste es el pensamiento de Miller y Steinberg, quienes añaden que la mayoría de las personas no están preparadas para ayudarnos a satisfacerlas. Finalmente, algunas personas pueden sernos hostiles y buscar activamente frustrar nuestra satisfacción. Por lo tanto, satisfacer nuestras necesidades sociales incluye un esfuerzo conjunto, frecuentemente entre dos personas, y puesto que las personas de que dependemos pueden estar en alguna de las categorías anteriores, hay que ponerse en marcha para lograr la satisfacción. Esto no quiere decir individualismo feroz ni lucha de uno contra todos, sino que tanto el sujeto como la persona de quien depende tienen capacidades imperfectas para lograr la satisfacción mutua.
Es interesante ver lo que dice Jennings sobre salvar la cara. Para él, la cara es lo que tú piensas que yo soy realmente. La cara es el elemento público de mi autoconcepto. El yo puede ser más grande que la cara o la cara más grande que el yo. En el primer caso puede surgir frustración porque el sujeto está convencido de que el puesto que ocupa es inferior a su persona. En el segundo, el puesto crece y la persona disminuye cada vez más.
Una de las características del efecto del estrés consiste en una discrepancia entre la cara y el yo. Pocas personas van a confesarse incompetentes cuando no les van a admitir su incompetencia. Y tampoco va a confesarse incompetente cuando otros desafían su competencia, aunque en su íntima creencia se sepa incompetente.
Cuando alguien tiene sentido de la cara, está pensando en lo que va a decir, no solo en lo que la otra persona dice. La persona puede mandar caras diferentes. Los líderes carismáticos también envían a veces caras falsas. Se llega a un laberinto destructor cuando se ataca la cara de otras personas. Y no hay que destruir la cara si podemos lograr lo mismo por otros medios. La gente no cambia bajo estrés o en situaciones amenazantes. Hay quien prefiere preservar su cara destruyendo la de las otras personas.
Destruir la cara puede ser el único camino posible ante personas cuyo valor está hecho del miedo de los demás o cuando sólo se conforma con la derrota completa de los otros.
Ejemplos de 12 hombres sin piedad (de Reginald Rose)
1. (LEYENDO EL PRIMER PAPEL DE LA VOTACIÓN) Culpable… (EL 2.º) Culpable… Culpable… Culpable… Culpable… Culpable… Culpable… Culpable… Culpable… (UNA PAUSA.) Inocente… (EL 3 DA UN PUÑETAZO EN LA MESA. EL PRESIDENTE ABRE EL ULTIMO PAPEL.) Culpable…
10. (FURIOSO.) ¿Que me dicen de esto?
7. ¡Otro que se ha rajado!
10. ¿Quién ha sido? ¡Quiero saberlo!
11. Ha sido una votación secreta, estábamos todos de acuerdo…
3. (CORTANDO.) ¡Secreta! ¿Que quiere decir, eso de secreta? En un juicio no puede haber secretos. ¡Además, sé quién ha sido! (SE LEVANTA Y VA HACIA EL 5.) ¡Ésta se la guardo, amigo ! ¿Qué cree? ¿Que le van a dar un premio? Hace un rato estaba usted con todos y porque una especie de predicador, con voz dulce, se empeña en defender a ese monstruo, usted se vuelve la chaqueta y nos traiciona. ¿Por qué no le hace también una colecta?
Una cosa es tener confianza en alguien y otra es tener confianza con alguien. Pueden ir juntas en una relación, pero no obligatoriamente. La persona con inteligencia ante el laberinto sabe que prácticamente todas las personas quieren que se confíe en ellas e incluso muchas están continuamente propagándolo para, a continuación, desmentirlo con los hechos. Sabe también que hay unas personas que están deseando confiar en los demás y otras, por el contrario, no se fían de nadie. Encuentra también a quienes poder confiar información privada en cualquier situación, por muy difícil que esta sea..
¿Como discriminar esas posibilidades?
Tanto Morton Deutsch como Samuel Culbert y Gerald Miller coinciden en que la confianza implica la posibilidad de consecuencias perjudiciales cuando la persona revela información que es personalmente privada. De ahí el hecho, aparentemente paradójico, de que podamos tener más confianza temporalmente con una persona a la que encontramos casualmente en un viaje y que quizá luego no volveremos a ver que con otra a la que tratamos a diario. Con la primera tenemos más confianza porque no nos crea incertidumbre, porque no tememos que la información personalmente privada que le transmitimos se vuelva contra nosotros en un momento determinado.
La manifestación más llamativa de la confianza con otra persona es la autorrevelación o autodescubrimiento. Joseph Luft, el autor de la «Ventana de Johari» advertía que la autorrevelación, sin más, no es signo de madurez. Por eso, la persona con inteligencia ante el laberinto sabe con qué criterios puede manifestar la información que es personalmente privada.
a) En situaciones catárticas, cuando la persona no puede guardar más tiempo para sí sola la información que posee, tanto beneficiosa como perjudicial, pues de lo contrario puede incurrir en trastornos mentales.
b) Cuando la persona quiere clarificar el laberinto interior en el que se encuentra y necesita de una persona diestra en ayudar a conseguir dicha clarificación.
Entonces, la autorrevelación es un comportamiento relacional, pues no se trata únicamente de sacar las propias intimidades, sino de comprender lo que está ocurriendo y, para ello, necesita ineludiblemente a la persona que puede ayudarle. Esta persona o profesional ha de reunir las célebres «Tres Ps», de Patricia Crossman: Poder (de información para solucionar el problema), Protección (contra el miedo y las amenazas) y Permiso (es la operación fundamental de cualquier psicólogo, psiquiatra o experto en comunicación del tipo que sea)
c) Cuando las personas quieren escalar positivamente su relación. Aquí esta la diferencia entre la confianza aparente, que es impulsividad, inocencia y fe y la confianza auténtica, que cuenta con el otro. La amistad y el enamoramiento tienen aquí su lugar.
Excepto en estas tres ocasiones, la autorrevelación puede ser un arma perjudicial. Cuando una persona quiere comunicar a nivel íntimo y el receptor sólo esta preparado o dispuesto a comunicar en un nivel sociológico‑cultural, surgen los problemas de nivel mezclado. No quiere esto decir que el receptor esté equivocado o sea una persona cruel, pues posiblemente adopta dicha postura porque la otra persona está dispuesta a comunicar su intimidad a cualquiera; por lo tanto, no teme las consecuencias; por lo tanto, también, no se trata de confianza genuina. Además, la autorrevelación puede ser un simple juego, fruto del aburrimiento o una táctica manipuladora para conseguir beneficios de los demás. Un máster oficial en comunicación te enseñará todos estos valores que debe tener una persona a la hora de trabajar en cualquier empresa.
La confianza en otra persona es un valor muy importante para las relaciones humanas, pero siempre que se la considere como la capacidad de ser predecible y estar disponible. Podemos no tener confianza con una persona para contar los problemas, pero sí confianza en esa persona para asuntos decisivos en la vida. Cuando tenemos confianza en una persona es porque pensamos que es predecible, es decir, que no nos va a traicionar y, en segundo lugar, que está dispuesta a darnos su tiempo y sus medios para ayudarnos.
Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.