En mi última entrada, reducía al absurdo la definición que de comunicación política ofrece José Luis Dader después de quién sabe los años en que ha estado explicando esa asignatura.
Este trabajo de crítica, demolición, o como prefiere decir Gustavo Bueno, de «trituración» hemos de llevarlo a muchos aspectos de las ciencias sociales. Rubén Darío, en su poema Sinfonía en gris mayor (1891) escribió:
La siesta del trópico. El lobo se aduerme.
Ya todo lo envuelve la gama del gris.
Parece que un suave y enorme esfumino
del curvo horizonte borrara el confín.
Aplicándolo a nuestro campo, podríamos decir que «Ya todo lo envuelve la gama del bluff». O del camelo. El caso es no ofrecer definiciones consistentes sobre conceptos que se dan por supuestos.
Hoy me quiero referir al concepto de «ambiente». En la Edad de las Máquinas, y durante mucho tiempo, muchos científico dejaron aparte el concepto de «ambiente». Los «laboratorios» en los que se llevan a cabo los experimentos estaban diseñados de tal modo que dejaban al margen todos los impactos del ambiente.
Aporto los siguientes testimonios de autores solventes:
1. «La teoría de las relaciones unilaterales entre los elementos, es decir, que A puede afectar a B, pero no viceversa… (es inadmisible) Así, afirmar que la conducta de A causa la conducta de B es ignorar el efecto de la conducta de B sobre la relación posterior de A; de hecho, significa distorsionar la cronología de los hechos puntuando ciertas relaciones con descarado relieve mientras se oscurecen otras… resulta fácil perder de vista la totalidad de la interacción y dividirla en unidades causales independientes, lineales. (Watzlawick,Paul; Beavin, Janet y Jackson, Don (1985) Teoría de la Comunicación Humana (Cuarta Edición). Barcelona, Herder. (Le edición original es de 1967): P. 122. (Las itálicas son mías, además de ciertos matices que mejorar la traducción. Por otra parte, creo que hubiera sido mejor traducir literalmente el título original del libro: Pragmática de la Comunicación Humana).
2. «En todos los experimentos llevados a cabo con personas, comprometiendo sus sensaciones, es de la mayor importancia registrar todas las condiciones del test; con demasiada frecuencia, los resultados son viciados porque un experimentador ha descuidado el registrar algunos atributos significativos del estimulo o del ambiente. Los sentidos humanos (sobre todo, el del oído) no poseen un conjunto de propiedades constantes, para ser medidas independientemente, una cada vez. Es incluso cuestionable si varios «sentidos» tienen que ser contemplados como detectores separados e independientes. El organismo humano es un todo integrado, estimulado a la respuesta por señales físicas; no es para ser pensado como una caja que lleva varios pares independientes de terminales de input denominados «oídos», «ojos», «nariz», etc.» (Cherry, Colin (1970)On Human Communicartion. A review, a survey, a criticism. Cambridge, Massachusetts. The M.I.T. Press, Páginas 130-131).
3. «Hay una diferencia crucial entre el modelo psicodinámico (psicoanalítico) por una parte y cualquier conceptualización de la interacción organismo-ambiente por otra, y esta diferencia puede llegar a ser clara a la vista de la siguiente analogía. Si el pie de un caminante golpea un chinarro, se transfiere una energía del pie al chinarro; este será desplazado y eventualmente llegara a descansar nuevamente en una posición que esta completamente determinada por factores tales como la cantidad de energía transferida, la forma y peso del chinarro, y la naturaleza de la superficie sobre la que rueda.
Por otra parte, el hombre golpea a un perro en lugar de a un chinarro, este saltara y mordera. Lo que se transfiere, por tanto, no es ya energía sino información. Dicho de otro modo, el golpe es un trozo de conducta que comunica al perro, y el perro reacciona a esta comunicación con otro trozo de comunicación-conducta. Además, esta es esencialmente la diferencia entre la psicodinamica freudiana y la teoría de la comunicación como principios explicativos de la conducta humana. Como puede verse, pertenecen a órdenes diferentes de complejidad; la primera no puede prolongarse en la segunda ni esta puede derivarse de la primera: se mantienen en una relación de discontinuidad conceptual.»
(Watzlawick, Beavin y Jackson, (1985): P. 30.
¿Que consecuencias se deducían de considerar a las causas liberadas de los influjos ambientales?
Al estar determinados sus efectos, quedaban sin sentido toda una serie de conceptos: propósitos, fines, elección, libre voluntad, etc. Todos los adjetivos aplicados a estos conceptos los dejaban relegados al ridículo.
Si tenemos en cuenta que los «modi sciendi», modos científicos o modos gnoseológicos- definiciones, modelos, divisiones, clasificaciones y demostraciones-, ¿cómo podemos definir qué es un ambiente?
Creo que Budd y Ruben lo definieron muy bien cuando afirmaron que «los sistemas están inmersos dentro de un conjunto de condiciones físicas, espaciales, temporales y a veces simbólicas llamadas ambientes». (Budd, Richard W. Y Ruben, Brent D. (Editores) Approaches to Human Communication. Nueva York, Spartan Books, 1972, Pp. 126).
En cuanto a modelos de ambientes, resulta muy claro y útil el que ofreció Sikula. Distinguió entre ambiente local, regional, nacional e internacional, por una parte, y ambiente social, económioco, político y técnico. (Sikula , Andrew F. (1973) Management and Administration. Columbus, Ohio, Charles E. Merril Publishing Company, P. 347).
En mi próxima entrada, hablaré de la textura de los ambientes, que puede darnos muchas claves sobre lo que actúa.
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