La gran potencia del AT para interpretar obras literarias y cinematográficas (2)

En: Comunicación y Análisis Transaccional

24 Mar 2010

ESTUDIO DE LISBETH SALANDER, PROTAGONISTA DE Millenium, Y DE OTROS PERSONAJES DESDE EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL Y FUNCIONAL DE SEGUNDO ORDEN

 Continúo escribiendo sobre Análisis Transaccional a raíz de haber publicado Graciela Padilla el artículo al que me referí en le última entrada. Tampoco he de negar que me siento contento porque, para analizar los personajes de la Trilogía Millenium, ha tenido en cuenta el estudio que realicé sobre la película Seducida y abandonada, de Pietro Fermi (Valbuena, 2006, Págs. 67-100).

 No me importa escribir una amplia entrada, porque para muchos lectores de este Blog no le resultará fácil el acceso al artículo de Graciela Padilla en la Revista de Análisis Transaccional y Psicología Humanista. Y sí me importa que cualquier interesado en el AT se haga socio de la Asociación Española de Análisis Transaccional (AESPAT),  que le dará derecho a recibir cada semestre un número de la Revista, cada vez más reputada científicamente, escribir en la misma, enterarse de los Cursos y Congresos de AT y demás asuntos. El AT va cobrando un auge cada vez mayor en muchos países y parece que va a abrirse paso en los ámbitos más diversos, hasta conseguir el éxito, no sólo social, sino científico, que tuvo hace años.

 Y después de esta introducción, veamos qué es lo que ha escrito Graciela Padilla.

 – El Padre en el Padre contiene las normas éticas y morales recibidas, sin someterlas a discusión. El padre de Lisbeth tenía el prejuicio de que el hombre era superior a la mujer, y por eso maltrataba sistemáticamente a su madre, hasta que ésta acabó en un manicomio. Bjurman, el tutor perverso de Lisbeth, también abusa sexualmente de Lisbeth. Incluso, la policía y el sistema legal de Suecia consideran culpable a Lisbeth de algunos crímenes que ella no ha cometido. No someten a un examen profundo las pruebas. Si no llega a ser por el trabajo del periodista Blomvkit, Lisbeth hubiera sido condenada.

A propósito del sistema legal de Suecia, Padilla no duda en incluir dentro del Padre del Padre el siguiente aspecto: Los periodistas llaman «viuda» a Eva Gabrielsson aunque ella y Stieg Larrson no habían formalizado su relación, después de 32 años de convivencia. Por esta razón, la recaudación de la venta de libros y de los derechos de autor está yendo directamente a manos del padre y del hermano de Larsson, con los que Stieg apenas hablaba desde su adolescencia. Mientras el litigio se resuelve, Gabrielsson ha recibido tratamiento psicológico, guarda como un tesoro el portátil de su pareja con la cuarta entrega de Millenium, concede entrevistas, recoge premios póstumos y conoce de verdad la importancia que daba el fallecido a poder contar esta historia.

 Claude Steiner considera que el Padre en el Padre es también el Padre Protector. Sus funciones son nutrir y proteger (Steiner, 1992, Pp. 76-77). La madre de Lisbetrh y su primer tutor, Holger Plamgren, y su jefe, Dragan Armanskij, el periodista Blomkvkist y la hermana de éste, la abogada Annika Giannini, cumplen estas funciones.

 – El Adulto en el Padre funciona con mensajes racionales recibidos de otras personas, pero sin someterlos a los controles del Adulto. Valbuena pone el ejemplo de La costa de los mosquitos, novela de Paul Theroux, que Peter Weir llevó al cine en 1986, cuando el hijo mayor admira, al principio, el saber-hacer técnico de su padre, pero luego se da cuenta de que todas sus destrezas están sometidas a un designio destructivo.

En la trilogía Millenium, el Servicio Secreto Sueco demostró astucia cuando intercambió toda la información que podría darle Zalachenko al convertirse en un desertor de los rusos a cambio de ocultar los negocios sucios de éste.

 – El Niño en el Padre incorpora los sentimientos irracionales de los padres o de quienes hicieron sus veces. Quizá el aspecto que más destaca es el episodio del segundo tomo de la trilogía cuando el padre de Lisbeth quiere matar a ésta y cuando ella quiere matarlo a él y está cerca de conseguirlo. La desconfianza y el rechazo hacia los hombres que Lisbeth manifiesta, proviene del Niño en el Padre.

 El Análisis Transaccional ha desarrollado las Reparentalización y cómo llevarla a cabo. Efectivamente, si el autor de la trilogía hubiera escrito las otras siete novelas que tenía proyectadas, es muy posible que hubiéramos asistido a la reparentalización de Lisbeth Salander.

 Francisco Massó se ha ocupado de este proceso que, para él, consta de tres fases y que, hipotéticamente, podríamos aplicar a Lisbeth Salander.

En la etapa de selección, sería fácil explorar e identificar a otras figuras alternativas a los padres. En concreto, el periodista Mikael Blomkvist, que la protege, que tiene potencia y que puede mostrarse comprensivo y permisivo. Creo que en Blomkvist encuentra más a un padre que a un hombre que la atraiga como mujer. Busca en él una figura paterna que sustituya a su malvado progenitor. Esta relación aumenta en el tercer libro, con toda la trama judicial. Todo es el resultado de la ausencia de intercambios emocionales entre la madre y la hija, como diría Martorell (2000, p. 57).

En la etapa de configuración, hay que confirmar el acierto al seleccionar el modelo reparentalizador, porque induce comprensión, empatía, cariño o interés leal por la persona que necesita reparentalizarse. Mikael Bomkvist representa ese modelo.

En la etapa de anclaje, sería fácil conseguir que Lisbeth Salander pudiera rescatar la validez del modelo que le ofrece esa persona y que ha permanecido en la sombra, a todos los efectos, por su carácter secundario (Massó, 2007, Pp. 96-97).

 Cuando Mikael conoce a Lisbeth, ella se ofrece a ayudarle para encontrar a la desaparecida Harriet Vanger y sobre todo, para vengarse por el caso Wennerström, que le llevó a la cárcel. Ambos llegan a establecer una buena comunicación.

 La proximidad ideológica, de intereses, de estatus social, etc., establece el grado de complicidad preciso para la comunicación. El emisor confía su mensaje si calibra que el receptor tiene la cercanía suficiente para hacerse cargo del mismo, y evita la confidencia si teme que su mensaje vaya a dar pie a una confrontación, una disputa, un sofoco emocional, etc. La intimidad es posible dentro de un cierto grado de afinidad, que haga posible la comprensión recíproca (Massó, 2007, p. 132).

 Entre Lisbeth y Mikael hay proximidad ideológica porque ambos odian a los maltratadores y a los nazis. También existe proximidad de intereses porque se unen para encontrar a Harriet Vanger y para llegar al fondo del caso Wennerström. Quizá el estatus social no sea el mismo porque él tiene una posición acomodada y ella no posee dinero propio, al estar tutelada legalmente. Sin embargo, ninguno de los dos es ambicioso o busca el dinero. Sus deseos son intangibles y no se mueven en absoluto por nada material.

Creo que este aspecto es también parte del éxito del personaje y con él, de la trilogía. Lisbeth y Mikael han sido traicionados y vejados de distintas formas y sólo quieren una vida normal y recuperar el respeto que merecen. Larsson está hablando de principios fundamentales de la dignidad humana, no de sueños de poder, dinero, éxito laboral o fama. Por eso, triunfa esta pareja que se hace fuerte en la intimidad y que se necesitan y se ayudan el uno al otro para conseguir sus objetivos.

 Para añadir realismo al libro y no convertirlo en un cuento de hadas, el final no es feliz del todo porque a los protagonistas no les han dado permiso para amar. Han tenido relaciones amorosas y sexuales diversas pero no han encontrado la felicidad en ninguna relación estable. Incluso, comparten lecho y practican sexo ya en la primera entrega, pero no quieren o no pueden ir más allá. El caso de Lisbeth es comprensible por lo que ha visto sufrir a su madre.

 Entrando ya en el Análisis del Niño de Segundo Orden,

 – El Padre en el Niño es el Niño Adaptado, que acata lo que dice uno de sus padres, o los dos, y lo realiza, porque quiere parecerse a ellos. Además de Niño Adaptado, recibe más nombres: Electrodo, Buen Gigante, Hada Madrina o Bruja y Ogro. Lo llaman «electrodo» porque da una respuesta automática a los deseos de alguno de sus padres, o de los dos.

 Los dos ogros de Lisbeth Salander han sido su padre, Zalachenko y su segundo tutor, Bjurman. Lisbeth sobrevivirá a ambos.

 – El Adulto en el Niño, o Pequeño Profesor, se manifiesta en su maestría como hacker o pirata informática. Su nombre clave es Wasp (avispa en inglés) y es capaz de entrar en cualquier ordenador y quedarse en él para conseguir cualquier información, a través de su virus Asphyxia. Esos conocimientos informáticos no son fruto de ningún estudio universitario porque Lisbeth ni siquiera ha podido terminar el colegio. Tiene una  memoria fotográfica, que oculta para seguir en su papel de niña inmadura y legalmente incapaz. Sólo su jefe, Dragan Armanskij, y su amigo, Mikael Blomkvist, ven y defienden su verdadero potencial.

 – El Niño en el Niño. Cuando Berne expuso su Análisis del Guión, es decir, el cuarto y último estrato del Análisis Transaccional denominó «impulsos juguetones» o «demonio» a este segmento de la personalidad. Lo denominó también «bromista de la existencia humana». El «demonio» aparece por primera vez cuando el niño tira la comida al suelo con un alegre brillo en los ojos, esperando a ver qué harán sus padres. Si ellos se ríen, seguirá haciendo travesuras, y luego quizá bromas y chanzas. El Niño en el Niño tiene esos impulsos juguetones que luchan contra todos los materiales que le suministran sus padres.

Lisbeth Salander se rebela contra todas las normas. Cuando quiere algo, lo quiere en el momento, sin hacer caso de Mikael Blomkvist ni de los demás. Sobre todo, cuando arriesga su vida en el segundo tomo de la trilogía.

 Lisbeth es una mujer introvertida. No confía en los demás. Ha creado un mundo propio en el que se comunica sólo con un par de amigos hackers, con su jefe Dragan, y con su antiguo tutor legal, Holger Palmgren. Mikael Blomkvist, y lo que viven juntos, cambiará su mundo sin dejar de ser esa persona introvertida. Para entenderlo, Padilla cree valioso recordar una definición de Carl G. Jung sobre este tipo de carácter:

 El otro, el introvertido, con sus designios conscientes y premeditados, deja siempre de ver lo que ven los que le rodean con demasiada claridad, es decir, que sus designios están realmente al servicio de instintos fuertes, pero sin intención ni objeto y que están en gran medida influidos por estos instintos» (Jung, 1971, p. 204).

 Estas líneas anteriores son muy útiles para conocer a Lisbeth Salander porque al principio, ella se equivoca precisamente por dejarse llevar por sus impulsos y fuertes deseos de venganza. Incluso, en el final del segundo libro, sufre una gravísima agresión. La razón, de nuevo, es que se ha dejado llevar y no ha medido fríamente las posibilidades de éxito y los peligros de su acción. Como decía Jung, sus designios están al servicio de instintos. Además, el psiquiatra sigue analizando este tipo de personalidad y más adelante, indica que tiene una «moralidad inconvencional» basada en «íntimos pensamientos convincentes» (Jung, 1971, p. 209).

 Para Steiner, el Niño en el Niño era el Niño Natural donde reside la espontaneidad y la intimidad. Lisbeth Salander tiene aquí problemas serios.

 Lisbeth apenas se relaciona con personas y no permite a nadie entrar en su mundo. Otra escritora sueca actual, Camilla Läckberg habla del síndrome de Asperger en su libro Las hijas del frío (2009). No es gratuito recurrir a este síndrome, muy propio en los países escandinavos y se lo podemos atribuir al personaje de Lisbeth Salander. Este trastorno del desarrollo parte de ciertas formas de autismo y debe su nombre al psiquiatra pediátrico de origen austriaco, Hans Asperger.

Las personas que lo sufren carecen de empatía porque son incapaces de reconocer las emociones de los demás. No decodifican el lenguaje no verbal, el significado de una sonrisa o de una mirada y por supuesto, tampoco indican sus emociones a través de cualquiera de esas vías. Evitan el contacto ocular y así lo hace Lisbeth desde sus primeras escenas, narradas desde el personaje de Armanskij:

 Sin embargo, la llamativa ausencia de compromiso emocional de Lisbeth Salander no era lo que más le molestaba. En el mundo empresarial la imagen resultaba fundamental, y la de Milton representaba una estabilidad conservadora. Salander encajaba en esa imagen tanto como una excavadora en un salón náutico (pp. 49-50). Reforzó su convicción de que Lisbeth Salander sufría algún tipo de trastorno grave, pero también descubrió que tras su arisca apariencia se ocultaba una persona inteligente. Por una parte, la veía frágil e irritante, pero, por otra, y para su sorpresa, empezaba a caerle bien (p. 55).

Muchas personas que padecen el síndrome de Asperger suelen ser superdotadas. Los estudios más recientes prefieren demostrar que el cerebro de estos pacientes se centra en una actividad o trabajo determinado y su fijación es tan fuerte que da la falsa impresión de superdotación. En Lisbeth tenemos un claro ejemplo con sus virtudes para la informática, igual que el televisivo doctor House lo tiene para la medicina (Valbuena, 2009, pp. 159-198).

En La inteligencia emocional, D. Goleman cuenta la his­toria de Gary, cirujano de éxito, inteligente y lúcido cuando abordaba cuestiones científicas o artísticas, pero absoluta­mente incapaz de la más mínima expresión de su mundo íntimo. Si su compañera trataba de mover sus emociones, él se enrocaba en un «no sé de qué hablar. No tengo sentimientos intensos, ni positivos ni negativos» (Goleman, 1998: 86).

Esta especie de atonía emocional es un buen ejemplo de lo que los psiquiatras denominan alexitimia (palabra griega com­puesta por el prefijo a que indica negación, lexis que signi­fica palabra y thymos, emoción) o incapacidad para expresar con palabras los propios sentimientos. (Jiménez Ruíz, en Valbuena, 2006, P. 159).

Ese carácter introvertido y esa incapacidad para amar también son frutos de la falta de caricias. Lisbeth no recibió caricias positivas siendo niña: su madre estaba ofuscada en ganar el cariño de su padre y no hacía mucho caso a su hija. Después, Lisbeth es internada en un psiquiátrico y no volverá a estar al lado de su madre, que pierde la razón por el capítulo que da nombre al segundo libro: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Martorell (2000, p. 35) recuerda que estas caricias se reciben desde el primer año de vida y son necesarias para el desarrollo y la supervivencia del niño.

Esta heroína es el mejor ejemplo porque no las ha tenido nunca y ha vivido una existencia desgraciada, trágica y desconfiada. Tampoco ha tenido un sustituto o sustituta de esa madre (Martorell, 2000, p. 56) y después de tantos años, se ha vuelto incapaz de amar y de ser amada.

Para rematar este apartado, Padilla compara y contrasta el caso de Lisbeth Salander con el de Naomi Rapace, su intérprete en la pantalla.

Sueca también, hija del cantaor flamenco español, Rogelio Durán, y actriz de teatro desde los 7 años de edad, en su entrevista con la periodista Gabriela Cañas (2009), desvela aspectos muy interesantes de su personalidad. Reconoce que comparte algunos aspectos con el personaje de Lisbeth: conoció a su padre cuando tenía 15 años, su madre nunca vivió con él y le vio apenas cinco o seis veces. Se diferencia de Lisbeth en que la figura paterna no supuso el mismo trauma que sufre el personaje de ficción, porque la madre de Rapace se casó pronto con un islandés y la actriz afirma que tuvo una buena infancia.

Sin embargo, se preguntó muchas veces por qué su padre no quería verla y «de algún modo, yo también tengo el corazón roto, como Lisbeth, aunque no tanto» (Cañas, 2009). Quizá, estas coincidencias entre realidad y ficción han hecho que la actriz sea Lisbeth Salander, en lugar de ser la intérprete de Lisbeth Salander. Los lectores han quedado contentos al verla en la gran pantalla porque era, simplemente, la Lisbeth que habían imaginado.

El análisis transaccional es un término muy importante en nuestros máster oficial en comunicación  o máster en comunicación corporativa. Una de las asignaturas está destinada a analizar este tipo de análisis y la importancia de él en la comunicación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cañas, G. (2009). La piel de Lisbeth Salander. En El País (03/05/2009). Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/portada/piel/Lisbeth/Salander/elpepusoceps/20090503elpepspor_3/Tes?print=1 (Consulta: 20-11-2009).

Jiménez Ruíz, , José María (2006) «La comunicación en la pareja», En Valbuena, 2006, Págs. 143-162.

Jung, C. G. (1971). Tipos psicológicos. Tomo I. Barcelona: Edhasa.

Larsson, S. (2008a). Los hombres que no amaban a las mujeres. Barcelona: Destino.

Larsson, S. (2008b). La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Barcelona: Destino.

Larsson, S. (2009). La reina en el palacio de las corrientes de aire. Barcelona: Destino.

Martorell, J. L. (2000). El guión de vida. Bilbao: Desclée de Brouwer.

Massó, F. (2007). Análisis Transaccional I. Cómo nos hacemos personas. Madrid: Editorial CCS.

Pérez-Lanzac, C. (2009). Stieg presenció una violación y siempre se sintió culpable. En El País (20/09/09). Disponible en: http://www.elpais.com/articulo/ultima/Stieg/presencio/violacion/siempre/sintio/culpable/elpepugen/20090922elpepiult_2/Tes (Consulta: 20-11-2009).

Steiner, Claude (1992). Los guiones que vivimos. Barcelona, Paidós.

Valbuena, F. (2009). El Guión de Vida de Gregory House. Cuadernos de Información y Comunicación, 14, 159-198.

———– (2006) «El Análisis Estructural de Segundo Orden, de Eric Berne». En Valbuena, Felicísimo (Editor): Eric Berne, teórico de la Comunicación. Madrid, Edipo, Pp. 69-100.

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Acerca de este Blog

Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.

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