En: Comunicación Empresarial|Comunicación Institucional|Comunicación Política
16 Jul 2012El viaje de la Reina Sofía a Filipinas. ¿Por qué no se fija en lo que ocurre en las entradas de los grandes centros de compras?
Acabo de escribir una columna en el digital La Voz Libre, cuyo enlace ofrezco aquí.
Resumo: En esa columna he partido de tres hechos y los he interpretado como carencias clamorosas de la clase-casta política española. Creo que en otros países ocurre lo mismo, pero es un consuelo muy pobre.
Uno de los hechos de los que he partido es el viaje de la Reina Sofía a Filipinas a propósito de un proyecto de mejorar la formación profesional en algunas poblaciones de una nación a la que han presentado como una de las más pobres del mundo.
Personalmente, pienso que la Reina no necesita desplazarse a Filipinas para contribuir a formar profesionalmente a miles de negros africanos o subsaharianos- adjetivo eufemístico utilizado por muchos medios de comunicación- y que se dedican a la mendicidad a las puertas de los grandes almacenes y supermercados.
Estos viajes al extranjero son puestas en escena para poner ante los ojos de los españoles lo mucho que contribuimos con nuestros impuestos a mejorar a diversos sectores de la población del Tercer Mundo.
Creo que lo mejor que puede hacer un político, ¡ojalá fueran más!, con ideas y vocación es ofrecer a esos miles de africanos la posibilidad de formarse en una actividad concreta- restauración, carpintería, fontanería, mecánica, etc.- y así los españoles les damos una caña de pescar y no simplemente pescado. Durante años, hemos tenido una formación profesional de gran nivel. Incluso, llegó a haber muchas pomposamente llamadas Universidades Laborales. Desde que los españoles entraron en el desarrollismo, los padres inculcaron a los hijos la idea de que era mucho mejor tener una titulación universitaria que un título de formación profesional. Resultado: un estúpido desprestigio.
El resultado de esa idea ha sido funesto. Las Universidades se han convertido en fábricas de parados. Sin embargo, muchos de quienes gozan de una mejor posición económica montaron su negocio basado en una buena formación profesional. Y pueden permitirse estudiar ahora lo que quieran. Por el contrario, muchos negocios familiares que funcionaban maravillosamente no han tenido continuidad, porque los padres no fueron capaces de atraer a sus hijos y que el negocio siguiera más y más años. La decadencia en algunos sectores es evidente. Y muchos profesionales, buenos, regulares y malos, han tenido que llegar del extranjero.
Un máster en comunicación política, máster en marketing político principalmente un máster en comunicación empresarial siempre suma a los profesionales de esta área para poder desarrollarse mejor a nivel profesional o comenzar en el mundo laboral.
Siempre me ha preocupado el desprecio que muchos españoles tienen hacia el trabajo manual. Incluso, en mi libro Teoría General de la Información, me he ocupado de rastrear el origen de ese desprecio. Tampoco es muy difícil remontarnos a ese origen. Si los romanos dejaron una gran influencia sobre nosotros, si Roma fue un Imperio constructor, como lo fue el español en Hispanoamérica, donde fundó tantas ciudades y abrió tantas vías de comunicación, ¿cómo es que muchos españoles siguen teniendo en menos el trabajo manual?
Los griegos y los romanos también pensaban que el trabajo desfiguraba el cuerpo. Para trabajar estaban los esclavos.
Los españoles, mientras se veían obligados a guerrear durante la Reconquista, encomendaron a los judíos «el pensamiento del dinero». Los Reyes se daban cuenta de que los nobles no eran una alternativa válida para hacer fructificar las tierras conquistadas. Confiaban mucho más en los monjes, a los que encomendaban lo que ahora llamamos logística de las nuevas tierras, con las repoblaciones como proyecto constante. Y los monjes hicieron un trabajo extraordinario.
No acabo de asombrarme de todo lo que hicieron los monjes en España, en Europa, en el mundo. Por eso, tengo la costumbre de ver, cada verano, y con un cuaderno de notas al lado, la magnífica obra Las claves del Románico, de José María González Pérez, arquitecto, que es más conocido como Peridis, autor de una tira gráfica de sátira política en el periódico español El país. Y que no se me olvide: En los territorios conquistados, los musulmanes también siguieron trabajando en oficios múltiples.
Como he manifestado muchas veces en este Blog, resulta decisivo enfocar filosóficamente cualquier cuestión. Y también me he referido algunas veces a que el marco teórico más potente, a mi entender, es el del filósofo español Gustavo Bueno Martínez y su Teoría del Espacio Antropológico.
Para captar qué es una sociedad, concebimos que está inmersa en un «espacio antropológico». Bueno piensa que es un mundo que consta de tres dimensiones esenciales: un eje circular, un eje radial y un eje angular. En la realidad, no podemos disociar unas de otras estas dimensiones. Es lo mismo que ocurre con un cuerpo real: no podemos disociar la longitud de la latitud o de la altura o recíprocamente. Pero esto no excluye la posibilidad de reconocer una disociación esencial.
La sociedad se refracta analíticamente en los diversos ejes del espacio antropológico de la siguiente manera:
A. Desde la perspectiva del eje circular, podemos formular las siguientes proposiciones:
La sociedad es una unidad de diversos subconjuntos de clases o agrupamientos tales como «varones adultos, mujeres adultas, hermanos de la madre K, enfermos»… Hay patrones de conducta universales a todos los individuos de la sociedad, sí, pero Bueno recalca que debemos atribuir, a cada una de estas clases, unos patrones específicos y diferenciales de conducta rutinaria adquiridos por aprendizaje. Ahora bien, que los patrones o pautas de conducta sean heterogéneos no quiere decir que no puedan converger. Y claro que lo hacen: se adaptan, es decir, mantienen relaciones de subordinación y de coordinación.
Quien sostenga que la totalidad social puede autoorganizarse, concebirá al todo como un sujeto agente de la «autoorganización». Esto es un error monumental puesto que un tal sujeto, si se pone por encima de las partes, no podrá llamarse todo (puesto que no hay todo sin partes); habrá de situarse en alguna parte o región del mismo e incluso en todas ellas, pero en este caso no cabrá decir que el todo social se «autoorganiza».
Lo decisivo de un órgano de control es que efectivamente «controle el sistema global», ya esté en posición central o extremal, ya sea único, ya sea plural, policéntrico. Lo que cualquiera puede observar en estos momentos, tanto en España como en Europa, es la gran decadencia de los políticos. ¿Dónde están ahora los Monet, Schuman, Adenauer o De Gaulle?
B. Desde la perspectiva del eje radial, la sociedad humana se nos presenta inserta en un entorno «natural» -bosques, tierras, ríos…- constituido por materiales utilizables (alimentos, vegetales, recipientes, etc, etc.). y que han de poder ser transformados en objetivos de operaciones de producción.
Bueno subraya el carácter de utilizables -lo que implica la inserción de los materiales naturales en un sistema cultural, tecnológico, etc. Me parece que es uno de sus grandes observaciones. Pienso que podemos diferenciar a cualquier político que manifieste sus opiniones no tanto por su pertenencia a un partido, sino en tanto en cuanto tiene en cuenta al eje radial. Si empleamos el lenguaje de Russell L. Ackoff y Fred Emery, podemos distinguirlos según se dediquen a informar o a instruir. Es decir, si saben ocuparse, «mojarse» con cómo hay que cambiar la realidad concreta. «No es lo mismo predicar que dar trigo». Aquí es donde reside la enorme importancia de la Formación Profesional.
Hay un mundo entre proclamar «Todos estamos de acuerdo en que acabar con el problema del paro» y decir «Les voy a detallar cómo vamos a crear puestos de trabajo, y no sólo funcionarios». Quien afirma lo primero está hablando desde el eje circular; quien indica lo segundo, desde el circular y desde el radial. La carencia fundamental, en estos momentos, dentro del campo educativo, es precisamente el escaso prestigio de la formación profesional. Y no es lo mismo contar con mendigos que con profesionales dignos, que trabajen en España en oficios que dominen o que decidan irse a su país y montar allí un negocio que no sea precisamente un bar.
C. Desde la perspectiva del eje angular, una sociedad humana se nos presenta como envuelta por otros sujetos (númenes o, también, inicialmente, otros hombres que no pertenecen al conjunto de referencia).
Me gusta afirmar que las cosas siguen igual hasta que dejan de serlo. Es una forma de decir que tengo esperanza. Pregunto:¿Dónde está razonado y justificado que el trabajo en las diversas regiones de una nación está ya determinado de una vez por todas, y que algunas regiones sólo «producirán» funcionarios? Nada más lejos de la verdad. La prueba está en que las cosas van cambiando, a veces muy rápidamente. Lo que sí puede y debe constituir una misión para los políticos -y para los que trabajan en comunicación política- es lograr:
a) que los españoles aprecien el trabajo manual (y que no menosprecien la Formación Profesional);
b) que llegue a gustarles el trabajo que realizan (dejando de ser una simple «colocación»); hay estudiantes que cursan algunos módulos de Formación Profesional en Comunicación Audiovisual y tienen muchas más facilidades de ser contratados que miles de estudiantes que salen de las Facultades de Ciencias de la Información.
c) que haya un impulso constante de la investigación básica y aplicada (y que haya empleos para desarrollar los hallazgos). De esta manera, cada español tendrá oportunidad de apropiarse el trabajo intelectual y dominar el «pensamiento del dinero», que va mucho más allá de poner al dinero como valor fundamental.
Y para conseguir lo anterior no necesitamos tantos políticos como en la actualidad. Hay demasiados. Nos hacen faltan políticos preparados y entusiastas, no sujetos que viven de la política.
Alguien podrá decir que hace falta mucho dinero para convertir en profesionales dignos a los africanos que han llegado a España en pateras o cayucos. Pues claro que hay dinero. Sólo hace falta reasignar al Tercer Mundo que reside en España, todos los millones y millones de euros que el Gobierno lleva asignando a organismos internacionales y adonde van a parar personas tan poco preparadas como Bibiana Aído o Leire Pajín.
Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.