A raíz de ocuparme de las investigaciones de Juan Luis Galiacho en mi anterior entrada, anuncié que me iba a ocupar de la utilización del conocimiento científico. En efecto, y como diría el filósofo español D. José Ortega y Gasset, uno de los temas decisivos de nuestro tiempo es adónde van a parar tantos millones de euros como los Gobiernos dedican a la investigación. Y más en concreto, en ciencias sociales.
O dicho de otra manera: ¿De qué forma revierten a la sociedad y no se limitan a beneficiar únicamente a los «investigadores»?. Y pongo las comillas, porque compruebo que no pocos de quienes pasan por investigadores y obtienen sexenios de investigación estén realmente investigando. Lo reconozco: me tengo por un buen detector de camelos o conocimientos falsos, inanes, basados en un empleo ridículo del lenguaje.
En España, Europa e Iberoamérica, sobre todo a raíz de la introducción del sistema de Bolonia, han adquirido un poder enorme las Agencias de Acreditación. Sin embargo, los contribuyentes tienen derecho a saber cómo se emplean sus impuestos. En España, el actual Ministro de Educación, Cultura y Deportes, José Ignacio Wert, ha sido el único que, al menos, se ha planteado esta cuestión. Y se ha encontrado con el rechazo de los partidos, incluso la falta de apoyo del suyo. ¡Al menos, se ha planteado la cuestión!.
La comunicación de innovaciones es una consecuencia lógica de los sistemas abiertos. El equilibrio dinámico que éstos tienen lo logran a través de un cambio: proceso por el que ocurre una alteración en la estructura y función de un sistema social.
Mientras la innovación implica la adopción de una idea (práctica o cosa) percibida como nueva, el cambio implica también el reemplazo de una idea (práctica o cosa) a la que se está acostumbrado. Así, ciertos cambios son innovaciones, pero no todos. La mayoría de las personas, sin embargo, no encuentran útil hacer tal distinción. Las pautas de comunicación para el cambio y la innovación en las organizaciones son bastantes similares. El estrepitoso fracaso de la burbuja de las .com, hace años, se debió a que unos aprovechados, unos especuladores inmorales, utilizaron frívolamente el concepto de «innovación». Esto lo ha demostrado muy bien Ignacio Jiménez Soler, en su Tesis Doctoral (que dirigí) y que luego publicó en forma de libro y que tituló Innovación, Comunicación y Cambio.
Puestos a estudiar cómo se realiza ese cambio, disponemos de muchas explicaciones, pero puede servirnos de punto de partida la de Kurt Lewin.
La imagen del cambio está tomada de los procesos de la naturaleza y es muy plástica. La nieve domina el paisaje; llega la época del deshielo y la nieve pasa a ser agua, que entra en el río; pero si ese agua no acaba en el mar es porque alguien construye presas o embalses, donde los técnicos la distribuyen para usos productivos.
La etapa de deshielo ha sido calificada de muy diversas formas: «sentimiento de insatisfacción», «identificación del interés», «crítica», «desarrollo de una necesidad de cambio».
En general, el sistema experimenta una discrepancia entre su estado actual y el que le gustaría tener.
La etapa de movimiento indica la puesta en marcha de una serie de actividades dirigidas a llenar esa discrepancia o vacío. Esta etapa ha recibido las calificaciones de «diagnóstico», «búsqueda de soluciones», «conquista de aceptaciones», etc.
Finalmente, la etapa de represar indica que el sistema no puede estar continuamente cambiando, porque entonces perdería la identidad. Los sistemas han de tener fronteras, aunque éstas sean flexibles. Por eso, las denominaciones más corrientes de esta etapa son «estabilización», «institucionalización», «autorrenovación», etcétera.
A partir de las ideas de Kurt Lewin, los autores han ido multiplicando las sugerencias, modelos, teorizaciones, etc., sobre el cambio. En los años sesenta y setenta fueron, apareciendo tal cantidad de libros, artículos e investigaciones que era totalmente necesaria una síntesis de las diversas corrientes, filosofías o perspectivas que había sobre el cambio y la innovación.
Ronald Havelock se propuso y logró enunciar y visualizar los componentes y relaciones principales de tres perspectivas fundamentales:
a) Investigación, desarrollo y difusión.
b) Resolución de problemas.
c) Interacción social.
Finalmente, él mismo produjo otra, que quería aunar lo mejor de las anteriores y superarlas en un enfoque de sistemas. La llamó perspectiva del
d) Enlace.
De todas ellas me voy a ocuparé en próximas entradas.
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Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.
1 Comentario para ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE LA UTILIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO?
Ignacio Jiménez Soler
octubre 4th, 2013 at 3:21 pm
Querido Félix
El error de las .com a finales de los 90 y principios de década, persisten ahora en algunos sectores industriales muy importantes o al menos muy relevantes. Una línea clara para investigar.
Gracias como siempre por tus enfoques