En: General
17 Dic 2013El conflicto surge entre acciones incompatibles. Las acciones reflejan valores que la persona tiene en su sistema de creencias-no creencias. El Adulto, según Eric Berne, ha de tener un sistema de valores; Eugene Emerson Jennings, al que ya he citado muchas veces en este Blog, afirma que una de las características de la inteligencia ante el laberinto es el sentido de los valores. Muchas de las crisis que la persona tiene dependen, en último termino, del autoconcepto que ha escogido. Y el autoconcepto esta muy ligado a la elección de valores. Esto es algo que tienen muy presente los alumnos del máster en comunicación política o máster en consultoría política, ya que lo tienen muy presente en las asignaturas que imparten durante el año lectivo.
Durante mucho tiempo en el interés de los científicos ha predominado el concepto de actitud. Sin embargo, Milton Rokeach ha colocado el concepto de valor en el lugar central. Y esto, por varias razones:
1. Parece ser un concepto más dinámico, puesto que tiene fuertes componentes motivacionales, cognitivos, afectivos y conductuales.
2. El valor es determinante de la actitud y de la conducta.
3. Las actitudes de las personas son muchas. Los valores, muchos menos. De donde el concepto de valor puede ser un gran instrumento para estudiar diferencias y semejanzas entre personas, grupos, organizaciones, naciones y culturas.
4. El valor está presente en muchas disciplinas: filosofía, educación, ciencia política, economía, antropología, teología, psicología y sociología.
Resumiendo: El valor es más central, más dinámico, más económico y más interdisciplinar. El valor permite cambiar el centro de interés desde la persuasión a la educación y reeducación. El cambio de actitudes ha sido muy estudiado con finalidades persuasivas. El valor refleja una profundidad mucho mayor.
Una actitud es una organización de varias creencias centradas sobre un objeto específico (físico o social, concreto o abstracto) o situación, que predispone a la persona a responder de cierta manera preferente.
Los valores tienen que ver con modos de conducta y estados-finales de la existencia. Cuando decimos que una persona tiene un valor, es como decir que tiene una creencia duradera, que un específico modo de conducta o estado-final de la existencia es personal y socialmente preferible a otros modos y estados alternativos.
Modos de conducta preferibles o valores que representan medios: instrumentales.
Estados finales preferibles de la existencia, valores que representan fines: terminales.
Si internalizamos un valor, lo convertimos, consciente o inconscientemente, en un criterio para:
– guiar la acción,
– desarrollar y mantener actitudes hacia objetos y situaciones importantes, para juzgar las acciones y actitudes propias y ajenas,
– que alguien se juzgue moralmente a sí y a los demás,
– compararse a sí mismo/a con los demás,
– influir en los valores, actitudes y acciones de algunos otros.
Sistema de valores implica una ordenación de rango de los valores según un continuo de importancia. Los sistemas de valores pueden ser instrumentales y terminales.
La persona se encuentra en muchas situaciones en las que tiene que escoger entre dos o más valores que están en conflicto con otro u otros. Además, la persona quiere guardar su congruencia.
Un sistema de valores representa una organización aprendida de reglas para elegir y resolver conflictos entre dos modos de conducta o entre dos o más estados finales de la existencia.
Parece que mientras el sistema personal tiende a variar los valores, los factores socioculturales e institucionales restringirán tales variaciones a un numero razonablemente pequeño de dimensiones.
Dentro del sistema de valores-actitudes de la persona, Milton Roekeach distingue cuatro subsistemas diferentes:
A) Varias creencias pueden organizarse conjuntamente para formar una sola actitud centrada sobre un objeto específico o situación.
B) o varias actitudes pueden organizarse conjuntamente para formar un sistema más amplio, como la religión o la ideología política.
C) Dos o más valores pueden organizarse conjuntamente para formar un sistema instrumental de valor.
D) Dos o más valores pueden organizarse conjuntamente para formar un sistema terminal del valor.
Estos cuatro subsistemas se ven completados con información – conocimientos y creencias- que entran en el sistema para que éste se renueve y cambie.
E) Los conocimientos que una persona puede tener sobre su propia conducta (o compromisos para la conducta).
F) Los conocimientos que puede tener sobre las actitudes, valores, motivos y conducta de otras personas significativas para el.
G) Los conocimientos que puede tener sobre la conducta de los objetos físicos.
La persona puede experimentar tales conocimientos como siendo consistentes o inconsistentes entre sí y dentro del sistema de valores-actitudes. Esta consistencia es considerada por Rokeach, primariamente, como consistencia con la autoestima y secundariamente como consistencia con la lógica o la realidad.
Tenemos así veintiocho tipos de inconsistencia. El lugar central lo ocupa la inconsistencia entre los elementos centrales del sistema de valores terminales, que tiene las relaciones más directas en estructura y función con el resto del sistema. La inconsistencia entre valores terminales producirá toda una serie de cambios psicológicos durables, que tendrán consecuencias en el cambio de otros valores. de las actitudes y de la conducta.
Las formas de inducir un estado de inconsistencia entre los elementos de la matriz son:
a) Inducir a una persona a que se comporte de una forma que es inconsistente con sus actitudes y valores.
b) Exponerse a información inconsistente con la que posee.
c) Exponer a la persona a información sobre estados de inconsistencia ya existentes dentro de su sistema de actitud-valor.
De todo cuanto venimos diciendo debemos deducir que si la persona quiere resolver sus conflictos personales y, por tanto, tener en cuenta las tres leyes de la supervivencia personal:
– sobrevivir físicamente,
– sobrevivir psicológicamente, y
– ser fiel al autoconcepto que ha escogido, tiene que enfrentarse con su sistema de valores.
Para ello, puede seguir los siguientes procedimientos:
1. Incrementar el esfuerzo, reformulándose una y otra vez sus objetivos vitales en cuanto que afectan a estados terminales de la existencia o a determinados cursos de acción.
2. Disminuir el esfuerzo, bajando el nivel de aspiración de los deseos. Esto no equivale a abandonar los deseos, sino planificar a plazo inmediato, intermedio o largo.
3. Redirigir los esfuerzos hacia determinados objetivos o valores, sobre todo cuando la persona se da cuenta de que ha de establecer prioridades entre objetivos.
4. Cambiar los objetivos puede ser una medida que se impone al observar que su vida está en el aire, a merced de los acontecimientos y, consiguientemente, abierta a la contingencia de enfermedades mortales.
5. Retirar los objetivos caídos en desuso o algunas ilusiones. Esta retirada puede ser provisional, semejante a la de 2.
Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.