En: Comunicación Política|Comunicación y Análisis Transaccional
20 Mar 2011Si ya he interpretado El fin de la inocencia, de Stephen Koch, desde las categorías del Análisis Transaccional, voy a hacer lo mismo con La CIA y la Guerra fría cultural, de Frances Stonor Saunders, libro del que me ocupé en mi entrada anterior.
El Presidente Truman activó su Padre Crítico no sólo porque combatía a Stalin con sus mismas armas propagandísticas sino, sobre todo, porque estaba convencido de que ni los norteamericanos ni los europeos estaban preparados intelectual ni moralmente para hacer frente a los soviéticos. Por eso creó la Agencia Central de Inteligencian (CIA). Ahora bien, activaba también su Padre Protector, pues toda la comunicación política que desarrolló estaba destinada a que los muchos millones de habitantes del «mundo libre» pasasen de ser Niños Adaptados a la propaganda soviética a Adultos y a que se dieran cuenta de que los soviéticos representaban un peligro igual que el de los nacional-socialistas. Resultaba difícil de creer que pudieran encadenarse dos Guerras, pero los soviéticos lograron la bomba atómica de hidrógeno en 1949, y entonces fue cuando el clima de la opinión cambió.
Los cuatro hombres que planificaron y desarrollaron la guerra fría cultural- Michael Josselson, Melvin Lasky, Nicolas Nabokov y Sidney Hook- eran muy creativos y tenían activado el Adulto que hay en el Niño, tal como lo concebía Eric Berne en el Análisis Estructural de Segundo Grado. Cada uno de ellos era un «Pequeño Profesor» de la Persuasión en muchas de sus formas como estrategia de la Comunicación Política.
Y, aunque le retiraron pronto de la primera línea, porque les parecía demasiado directo y podría poner en riesgo la Reserva, otra de las estrategias de la Comunicación Política, es decir, el secreto que la CIA quería imprimir a sus operaciones culturales, Arthur Koestler ocupó un lugar muy importante en la guerra fría cultural. Había sido amigo y colaborador de Münzenberg, y después de abandonar el comunismo, pasó a combatir al estalinismo. Koestler era un buen escritor, un polemista ocurrente y muy creativo. De hecho, más adelante, se dedicó a investigar sobre la creatividad y en el humor. En la Enciclopedia Britanica que tengo, el artículo sobre el Humor es de Koestler.
La manera de relacionarse los miembros de la CIA, ya desde el principio, fue de camaradería, es decir, de transacciones complementarias. Hay un libro muy interesante, y que recomiendo para quien quiera enterarse a fondo de la CIA por dentro: Richard Helms, the Man Who Kept the Secrets-. Su autor, Thomas Powers, realiza un trabajo de investigación extraordinario. Explica cómo los agentes de la CIA se casaban entre ellos, se divorciaban y se volvían a casar con compañeros y compañeras de la propia CIA, jugaban en clubs propios y, una particularidad que puede llamar la atención: prácticamente todos simpatizaban con el Partido Demócrata. Uno de ellos llegó a decir: «En la CIA me he encontrado a los tipos más variados, pero nunca a un republicano». Por eso, el Presidente Nixon tenía una gran antipatía hacia la CIA y la culpó de que había influido decisivamente en su derrota en 1960 ante Kennedy. Después, debió de morirse convencido de que también la CIA había estado detrás de su caída por el caso Watergate. De hecho, su muy influyente asesor, John Erlichman, escribió The Company, que luego se convirtió en una miniserie de televisión: Behind the Closed Doors-. Es una novela sobre la CIA, en la que ésta salía muy desfavorecida (Por cierto, el novelista Robert Littel le copió el título de la novela, que también trata sobre la CIA). Los hechos demostraron que el personaje Garganta Profunda no pertenecía a la CIA, sino que era el segundo hombre del FBI, W. Mark Felt.
Richard Helms, que fue director de la CIA, se negó a revelar secreto alguno de la organización cuando se lo pidió el Comité presidido por el senador Frank Church.
Por el contrario, su sucesor, William Colby, empezó a distinguir entre secretos buenos y secretos malos y, al final, los miembros de la CIA lo consideraron un traidor a esa hermandad que formaban sus miembros. Es decir, la transacción que establecieron los miembros de la CIA con Colby fue cruzada.
Los hombres y mujeres que se implicaron en el frente cultural de la CIA eran muy combativos y Frances Stonor Saunders narra muy bien dos acontecimientos decisivos en los que abundaron las transacciones cruzadas:
1) las manifestaciones y discusiones que organizaron durante la celebración de la Conferencia Cultural y Científica para la Paz Mundial, celebrada en el Hotel Waldorf Astoria, en 1950. Acusaron al Consejo Nacional de las Artes, Ciencias y Profesiones, organizador de la Conferencia, de que ésta era una simple «tapadera» de los soviéticos: que los «rojos» estaban allí no como ellos decían, en interés de la buena voluntad y el intercambio cultural entre Estados Unidos y la Unión Soviética, sino para hacer propaganda.
2) los ataques a los comunistas y a sus simpatizantes que desarrollaron durante la celebración del Congreso por la Libertad Cultural, que la CIA, a través de sus hombres y mujeres, organizó en Julio de 1950, nada menos que en Berlín, en un acto claro de desafío a los soviéticos.
Al igual que los soviéticos, la CIA tenía como una de sus prioridades no aparecer como la impulsora de los actos organizados para crear un nuevo ambiente cultural favorable a la democracia norteamericana. Es decir, la CIA estableció una transacción angular con todos los intelectuales que participaron en sus actividades. Pagaba actos que parecían meramente culturales, cuando realmente servían para impulsar la política norteamericana. Saunders documenta los enfados de los responsables de la CIA cuando alguien era indiscreto en este asunto. Tenían auténtica pasión por la reserva.
Sin embargo, quienes participaron en el Congreso por la Libertad Cultural se dieron cuenta de que en Alemania no había dinero ni mercancías. Por el contrario, los organizadores del Congreso sí lo tenían. Y como el dinero siempre deja huella, no fue difícil razonar que el Gobierno de los Estados Unidos y la CIA estaban detrás de ese Congreso.
Más adelante, quienes participaron en las actividades financiadas por la CIA negaron rotundamente que ellos fueran conscientes de que estaban siendo manejados. Incluso, algunos rompieron abiertamente con la CIA y denunciaron sus actividades. Otra corriente de opinión sostiene que ellos sí participaron conscientemente en estas actividades.
En cuanto a las transacciones dobles, es decir, aquellas en las que dos personas, grupos, organizaciones o responsables de la política de algunos países establecen con otros en el plano manifiesto, mientras por debajo saben las intenciones mutuas, el libro de Saunders lo deja muy claro. Al igual que los soviéticos se daban cuenta de que el Gobierno norteamericano estaba detrás del frente cultural, los norteamericanos advertían que los soviéticos habían desencadenado un combate intelectual a través de las llamadas «organizaciones de fachada». A propósito de la Conferencia del Waldorf y de las denuncias contra sus organizadores que he expuesto antes, Saunders continúa: «Y en efecto, estaban en lo cierto. La conferencia había sido una iniciativa de la Kominform, una audaz trama para manipular a la opinión pública norteamericana en su propio terreno».
Esta guerra fría cultural continuó durante cuarenta años, hasta la caída del régimen soviético.
Sin embargo, el antiamericanismo político no ha disminuido en Europa, a la vez que ha aumentado extraordinariamente la pasión por el cine que viene de América, por sus modas y por su comida rápida.
Una contradicción que merece el esfuerzo que lleva comprenderla. Algún día me ocuparé del antiamericanismo
Como ya he expuesto en anteriores entradas, La Universidad Camilo José Cela ofrece un Máster en comunicación política, un Máster en comunicación empresarial o de lo que aquí trato, un Máster Universitario en Análisis Transaccional, con cinco campos de aplicación, entre los que encontramos la Psicoterapia. Es una experiencia pionera, que puede llegar a muchos psicoterapeutas españoles e hispanoamericanos quienes, a su vez, pueden iniciar investigaciones sobre casos de Psicoterapia, realizar su Tesis Doctoral y, después, perfeccionar sus competencias en otros Institutos públicos y privados. Como la modalidad es a distancia, este Máster pueder servir de lazo de unión entre estudiosos y practicantes del AT en diversos países, salvando las distancias geográficas, por muy grandes que éstas sean.
Felicísimo Valbuena de la Fuente es Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente es Catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información.
1 Comentario para COMUNICACIÓN POLÍTICA Y ANÁLISIS TRANSACCIONAL (3)
Marcel Gascón
marzo 24th, 2011 at 11:14 pm
Estimado Felicisímo, soy Marcel Gascón, fui alumno suyo hace tres años, en la Facultad de Periodismo de la Complutense, y debo decirle que fue el mejor profesor que tuve en mi paso por la universidad.
Descubrí verdaderamente a Rand a principios de este año con «The Fountainhead». Me impresionó profundamente la fuerza de sus ideas y de sus personajes, me llenó de energía, de ilusión y de ganas de trabajar y perdí muchos miedos. Ahora he comprado un librito de ensayos, «Return of the primitive», una extensión de su «The New Left», porque en la librería inglesa de Bucarest -donde vivo- no tenían el «Atlas».
Le cuento todo esto porque ha sido esta noche leyendo a Rand cuando me he acordado de usted, de sus clases, sus ideas y su energía. Ahora recuerdo que fue usted el primero que me habló de Rand.
Transmitido el recuerdo, querría agradecerle sus clases y su actitud positiva y valiente. Es de lo poco que recuerdo con cariño de la facultad.
Un cordial saludo,
Marcel
P.S.: volveré por este blog.