El «exterior» de las personas o «la piel social»
Quiero ocuparme ahora del tercer sentido de lo «público» que Elisabeth Noëlle-Neumann distinguía y del que me ocupaba en mi anterior entrada: ¿Qué significa participar en política para Elisabeth Noëlle-Neumann?. Cuando oímos hablar de «opinión predominante», suena a este tercer sentido. E. N.-N. lo bautiza con otras dos palabras, que forman una metáfora: piel social. Unos individuos difieren de otros en la forma en que les afecta ese darse cuenta del «ojo público» que les está mirando. Prolongando la metáfora de la piel, podríamos decir que hay unas personas que son más sensibles al frío y al calor que otras. Pero en general, «el individuo atiende con inquietud a esta corte anónima que reparte la popularidad y la impopularidad, el respeto y el escarnio». Las ideas de la investigadora alemana son muy importantes para la comunicación política.
Comunicación interpersonal y comunicación de masas o colectiva
Cuando la Profesora de Maguncia desentra a ese «exterior» de las personas, es cuando se da cuenta de la diferencia entre la comunicación interpersonal y la de masas o colectiva. Mientras la primera es privada, directa y bilateral, la segunda es pública, indirecta y unilateral. Ahora bien, cuando una declaración es pública y unilateral, como ocurre cuando se hace a través de un medio de comunicación de masas, la eficacia es extraordinaria y el poder de la declaración es innegable. Para sugerir la fuerza de este tipo de declaraciones, E. N-N acude a varios símiles. Veamos el que ofrecía en un artículo:
«Connota una ausencia de límites en el dominio presentido, y ejerce una fascinación sobre los hombres políticos, sobre los periodistas, sobre todos los que desean actuar sobre la sociedad. Da al individuo, en tanto que parte del público, un sentimiento de solidaridad, de participación. Es como el aire, no se puede escapar a este elemento, nos es imposible tratar con esta esfera: las reglas con las que se llega a un acuerdo con personas muy precisas, no valen aquí. No se puede ofrecer nada, no se la puede atacar, no se puede uno defender».
Y en el libro:
«El segundo aspecto de la impotencia entra en juego cuando se usan los medios como una picota; cuando orientan la atención pública anónima hacia un individuo entregado a ellos como un chivo expiatorio para ser «exhibido». No puede defenderse. No puede desviar las piedras y las flechas. Las formas de réplica son grotescas por su debilidad, por su torpeza en comparación con la tersa objetividad de los medios. Los que aceptan voluntariamente aparecer en un debate o una entrevista televisiva sin pertenecer al círculo interior de los «cancerberos» están metiendo la cabeza en la boca del tigre».
El clima de opinión, un concepto esencial para comprender la comunicación política
En un artículo de 1980, la profesora alemana escribía:
«Es un conjunto de puntos de vista, de actitudes afectivas o juicios de valor y líneas de conducta que, en un momento determinado, los miembros de una sociedad deben manifestar públicamente de algún modo, para no diferenciarse de la masa, pero que pueden manifestarse, en parte, sin que el individuo se aísle.
«Por lo tanto, hay puntos de vista dominantes, actitudes o gustos dominantes, hábitos respecto de líneas de conducta fijas o aprobadas que, en conjunto, forman el clima de opinión».
Lo que estaba implícito en este fragmento, ella lo explicó mejor quince años después Hay dos «aspectos» en el clima de opinión: el miedo al aislamiento y el acuerdo social. Ofrece una definición de cada uno, más tersa la del primero:
«Las opiniones públicas son actitudes o comportamientos que se deben expresar en público para no aislarse. En ámbitos de controversia o de cambio, las opiniones públicas son las opiniones que pueden expresarse sin correr el riesgo de aislarse»…
«La opinión pública es el acuerdo por parte de los miembros de una comunidad activa sobre cualquier tema con carga afectiva o valorativa que deben respetar tanto a los individuos como a los gobiernos, transigiendo al menos en su comportamiento público, bajo la amenaza de quedar excluidos o de perder la reputación ante la sociedad».
La espiral de silencio
El error consiste en aceptar que la opinión pública no puede cambiar y que los políticos deben plegarse a ella en sus actuaciones y debe regir cualquier comportamiento. Así nos encontraríamos también con un fenómeno parecido al de una percepción selectiva que actuase siempre, en cuyo caso sería imposible el cambio. Ya sabemos que esto no es así, como he expuesto en ¿Qué significa participar en política para Elisabeth Noëlle-Neumann?. Pues lo mismo ocurre con el clima de opinión. Si los gobiernos se dejan llevar únicamente por las encuestas de opinión, al final casi no existe vida política. Esta afirmación puede parecer demasiado categórica, pero la entenderemos mejor con ayuda del otro concepto ontológico: la espiral de silencio
Las personas se adhieren a la opinión de la mayoría en muchos temas porque quieren evitar un mal mayor, el peor de todos: aislarse de los demás y perder el paso de una opinión que está en alza. El hombre ordinario tiene un miedo cerval a quedarse aislado y esto provoca un
«…mecanismo psicológico-social que he denominado la espiral de silencio. Éste es un principio dinámico conforme al cual la opinión pública emerge o se desvanece. El proceso es puesto en marcha porque un valor, una costumbre, un hábito, o una constelación de poder llega a ser atacado como resultado de descubrimientos, cambios de las condiciones de vida, crisis, cambios de poder, o el surgimiento de una conciencia alarmada. Sienten que una esfera particular está a punto de perder su carácter inocuo».
Cuando surgen tales hechos, el hombre puede encontrarse en algunas de estas dos situaciones:
-O ve que está de acuerdo con la opinión en boga,
-O comprueba que está perdiendo el paso de lo vigente; así es como disminuye su seguridad y se torna cada vez más cauto al exponer sus opiniones.
Cómo cambia el clima de opinión
Lo importante es lo que sucede a continuación:
«Pero según el primero va hablando seguro de sí mismo, mientras los demás cada vez se muestran más y más cautos, el primero o los primeros parecen estar más fuertes a la luz pública, mientras los otros aparecen más débiles de lo que en realidad son. Esto anima, de nuevo, a que cada vez más gente se manifieste públicamente en conformidad con el espíritu del tiempo, lo cual origina justamente que los demás se vayan hundiendo más y más en el silencio hasta que los primeros dominan totalmente la vida pública, mientras los otros están completamente apagados excepto un pequeño núcleo.
Esto es lo que quiere ilustrar el término espiral de silencio. Y a partir de estos procesos que pueden contemplarse empíricamente, he derivado la definición de opinión pública con la que trabajo: las opiniones públicas son las que están en la esfera de la controversia que una persona puede expresar en público sin aislarse». Efectivamente, si concebimos el clima de opinión como concepto omnipresente e incambiable que domina la vida política, no podría haber cambios. Como esto no es verdad, ¿qué es lo que ocurre? Que ciertos políticos, o un pequeño núcleo -en el libro hablará del «núcleo duro»-, se resisten a admitir ser reducidos al silencio y luchan por expresar sus puntos de vista minoritarios.
Son los políticos hábiles, capaces de dar la vuelta a la opinión pública o los innovadores y luchadores que inician un movimiento de sentido contrario al de la opinión pública dominante hasta que se produce un «corrimiento de tierras» a su favor. Es decir, puede haber oportunismo o deseo de llegar verdaderamente al sector esencial. Neumann, se ocupa de ellos y demuestra su simpatía. Lo cual es lógico porque si no, el fatalismo sería el sello de su teoría. Los llama «vanguardistas, herejes y disconformes: los desafiantes de la opinión pública», los pioneros, los innovadores. Y como muestra suprema de ese núcleo duro, «Don Quijote».
En conclusión: Neumann ha recreado el concepto de «opinión pública» al que reconoce una fuerza muy grande, sobre todo si tenemos en cuenta el otro concepto complementario de «espiral del silencio». A la vez, reconoce que el hombre no puede limitarse a aceptar estos conceptos, como si no pudiese hacer nada ante ellos. Por el contrario, reconoce que sólo aquéllos que advierten el carácter mudable de los mismos, pueden cambiar la historia.
Varios autores han explicado en Tesis Doctorales la concepción de Elisabeth Noëlle-Neumann y uno de ellos, Florencio Domínguez Iribarren, ha aplicado las ideas de la investigadora alemana a la situación política de la Comunidad Autónoma Vasca. Su libro se titula Las raíces del miedo. Euskadi, una sociedad atemorizada. Madrid, Aguilar, 2003.
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