Con este trabajo, se ha podido analizar como se desempeñó la estrategia discursiva de Pedro Sánchez en sus debates, donde se ha confirmado mi hipótesis de que el candidato otorga mayor o menor importancia, e incluso omite, su discurso dependiente de la ciudad del territorio español en el que se encuentre. Ha sido llamativo ver, por ejemplo, que en Extremadura dedica una cantidad razonable de minutos para hablar del campo y temas relacionados con la agricultura y ganadería, mientras que en Madrid se optó por abordar en profundidad asuntos sobre la memoria histórica.
En la comunidad foral de Navarra, que posee un reciente auge de su sector nacionalista, se optó por reconocer la nación de naciones, mientras que en Barcelona se dedicó la gran mayoría de la intervención a abordar el desafío independentista, bajo un tono de comprensión y diálogo, no desde la agresividad. En ciudades del sur no se mencionó en ningún momento lo que fue el tema principal tanto en la campaña electoral como en el foco mediático, que fue el problema catalán, mientras que en comunidades con sectores nacionalistas y en Madrid, sí se hizo alusión a ello.
El discurso con mayor extensión, fuerza en su puesta en marcha y mayor búsqueda a despertar los sentimientos y emociones del público fue el de cierre, en Barcelona. Como he señalado, en este discurso se apela constantemente al pathos de sus futuros votantes, conllevaba multitud de repeticiones y apelaciones al miedo, señalando a que la falta de unificación del voto entorno al PSOE daría más opciones de fortalecimiento a “los fascistas”, lo que produjo que el mitin adquiriese un ambiente con terminología bélica. Pero el empleo del término “fascista” le otorga una oportunidad a muy corto plazo, pues con esto, Pedro Sánchez está fijando a su partido enemigo, Vox, como su principal adversario, lo que divide el voto de la derecha por la mitad, entre PP y Vox, lo que beneficiará a su partido debido a la ley electoral española, el sistema D’Hondt.
La estrategia que puso en marcha el partido socialista fue la de dividir el voto de la derecha entre PP y Vox, e intentar convencer a votantes de Ciudadanos para que confiasen ahora en el PSOE pudiendo subir así en escaños, pero tras la resolución se vio que fue un error, ya que la división derecha-izquierda permaneció bastante viva en los comicios. Fue más inteligente por parte del PSOE fijar a sus adversarios políticos en tres partidos, como sí se hizo en las elecciones generales del 28 de abril de 2019, donde los partidos adversarios de la derecha eran tres, lo que hizo que sus escaños se viesen mucho más repartidos que en los comicios de noviembre.
No fue una estrategia inteligente teniendo en cuenta que, viendo la situación política actual, los moldes derecha-izquierda están tan marcados y diferenciados. En esta repetición electoral, el elemento de la retórica más empleado ha sido el pathos, pues constantemente apela al miedo ante la subida de la extrema derecha en estos comicios y la gran posibilidad de un pacto entre los partidos de la derecha, como ya ocurrió tras las elecciones autonómicas de mayo, poniendo como ejemplo el pacto en la Asamblea de Madrid y destacando noticias polémicas que habían sido virales en los medios de comunicación a pesar de los escasos meses que habían transcurrido.
El ethos fue el elemento al que menos se recurrió en los mítines, pues el que asiste, así como el que escucha desde su casa, conoce perfectamente a Pedro Sánchez, pues ya ha sido candidato en otras elecciones generales(recordemos que estas serían sus cuartas elecciones generales en un periodo de cuatro años) e incluso, ya había sido presidente del gobierno, tras la moción de censura a Mariano Rajoy. El empleo del logos también estuvo presente, siendo frecuente en los momentos en los que aseguraba que él y su partido habían ganado ya las elecciones, tanto las generales, como las municipales, las autonómicas y las europeas.
El PSOE era, por tanto, según aseguraba el candidato en sus intervenciones, el partido que tenía el derecho a sustentar la presidencia del gobierno. Por tanto, aunque ha sido presente en mayor o menor medida los tres elementos fundamentales de la retórica, sin duda sus discursos estuvieron marcados por el pathos, especialmente, por la apelación al miedo de lo que significaría no movilizarse para votar el domingo 10 de noviembre: el ascenso y posible llegada al poder de la extrema derecha, la cual comparaba como los herederos del franquismo.
En cuanto al análisis de su estrategia de campaña y al uso del storytelling, nos lleva a pensar que utiliza la construcción de “El viaje del héroe” en este momento de una forma que podría decirse de victimista, debido a que en todo momento el candidato socialista expresa que él no ha podido ser presidente del gobierno en la XIII legislatura debido a una especie de pacto entre toda la oposición para que no haya un gobierno progresista. Ese ‘complot’ por parte de toda la oposición es lo que emplea para pedir unificar el voto entorno al partido socialista, pidiendo no caer, como él mismo citaba “en el mar de siglas políticas”. Es destacable también la claridad de los mensajes que emplea en sus intervenciones Pedro Sánchez, no deja espacio a la imaginación, si no que trasladó un mensaje claro y conciso.
Algo con lo que el candidato no trabajó bien, fue el hecho de que trasladó en sus discursos los asuntos que la ciudadanía del territorio en cuestión quería escuchar, omitiendo las áreas más incómodas, pero una campaña electoral no consiste en convencer a los ciudadanos que asisten a tu mitin, pues si acuden al discurso es porque, en mayor o menor medida, tienes garantizado su voto, además de que es probable que se trate de simpatizantes o de la militancia del partido; puede resultar válido que en ciudades del sur de España no se mencionase el asunto catalanista, pero la actitud que adoptó Pedro Sánchez en entrevistas ante los medios de comunicación donde no dejaba claro en ningún momento cuales serían sus intenciones en cuanto a con qué otro partido político pactaría, o cual sería su actitud con Cataluña pudo afectarle en gran medida por su vacilamiento.
Por tanto, queda claro que el discurso electoral político, en este caso el de Pedro Sánchez, es modificado atendiendo a la demanda, a las necesidades y a la realidad del territorio en el que se encuentre, para hacer que este lugar se sienta identificado tanto con el discurso, como con el político, como con el partido al que deberá votar.