Desde que existen productos que comercializar ha surgido la necesidad de darlos a conocer. Todo ello para alcanzar el objetivo principal: vender. Algo tan sencillo como conseguir que lo que ofrecemos sea deseado por alguien nos ha llevado, a lo largo de la historia, a evolucionar las técnicas publicitarias a niveles increíbles. Con la llegada de Internet, la revolución digital supuso la creación de nuevas formas de promoción, que fueron aprovechadas desde el primer minuto por grandes y pequeñas empresas.
Sin embargo, junto a la evolución de estas técnicas, hemos sido testigos de otra evolución que ha cohabitado junto a ellas: la del propio ser humano. Los límites a los que, en ocasiones, se ha llegado para conseguir ventas de un producto o experiencia han llegado a rozar lo éticamente reprobable. Como creadores de contenido hacia un público humano debemos ser conscientes de a quién nos dirigimos y cómo, respetándolo, sin caer en generalizaciones, acepciones peyorativas o cualquier tipo de discurso que pueda afectar a un tercero, aunque este no forme parte de nuestro público objetivo.
La publicidad es parte de nuestra historia. Hemos nacido, crecido y evolucionado con ella. Según Zenith Media, el ciudadano español medio recibe al día más de 3.000 impactos publicitarios, lo que conllevaría más de un millón de impactos al año.
Es innegable el efecto que tiene la publicidad en una sociedad en la medida en que, al intentar emularla, genera métodos de conducta. Al ser reflejo de la sociedad a la que se dirige, ha fomentado durante años diferentes roles o papeles de determinados grupos de personas. Sin embargo, ha ido evolucionando a la vez que lo han ido haciendo las sociedades a las que apela, ya que, como mencionábamos anteriormente, la publicidad reproduce, en cierta manera, los comportamientos humanos con el objetivo de crear empatía en sus clientes potenciales.
Cuando hablamos de estas cuestiones es imposible no caer en la cuenta de que la publicidad ha fomentado y mantenido distintos roles sociales con razón de género a lo largo del tiempo. De esta manera, se ha representado cada género de forma que, al igual que en la sociedad, los roles femeninos se ven relegados a un segundo plano. Es por ello que los productos de limpieza o de cocina han sido dirigidos exclusivamente a mujeres por un periodo de tiempo bastante largo como resultado de la creencia popular de que las mujeres son las cuidadoras del hogar.
De esta manera, no solo nos referimos al papel de la mujer en la publicidad convencional, sino en todas las maneras en las que se reproduce. Así, el marketing online establece los mismos cánones que el offline, al estar íntimamente relacionados entre sí, y dirigirse, no a un mismo público, sino a un mismo género.
Los objetivos de este TFM fueron:
Saber si es cierto el planteamiento acerca del uso de estereotipos de género (como puede ser el de la mujer como madre y cuidadora de todos los aspectos del hogar y el hombre asociado con la fortaleza) en las campañas de las cinco marcas propuestas, analizando el discurso de las mismas.
Estudiar detenidamente la historia de cada una de las marcas y su uso de estereotipos a lo largo del tiempo.
Conocer el tipo y la cantidad de publicaciones que realizan en el ámbito digital (redes sociales, web…) empleando esta temática.
Comparar entre las cinco marcas cuál de ellas realiza una mejor labor en medios digitales en cuanto a estereotipos de género.
Conocer la opinión de sus consumidores, tanto de los hombres como de las mujeres. Necesitamos saber si nuestra teoría de mejora es cierta, y si a sus consumidores les afecta o no el empleo de estereotipos de género.
• Estudiar detenidamente la historia de cada una de las marcas y su uso de estereotipos a lo largo del tiempo.
• Conocer el tipo y la cantidad de publicaciones que realizan en el ámbito digital (redes sociales, web…) empleando esta temática.
• Comparar entre las cinco marcas cuál de ellas realiza una mejor labor en medios digitales en cuanto a estereotipos de género.
• Conocer la opinión de sus consumidores, tanto de los hombres como de las mujeres. Necesitamos saber si nuestra teoría de mejora es cierta, y si a sus consumidores les afecta o no el empleo de estereotipos de género